«¡Que vivan los novios!». Un espectáculo nupcial en pleno paseo de Begoña sorprendió ayer al mediodía a los que por allí circulaban. Los novios y novias del grupo «La Cubana» salieron a las puertas del gijonés teatro Jovellanos e interpretaron un número musical a modo de tráiler teatral de «Campanadas de boda», obra de la compañía catalana que se estrena hoy y que se podrá ver hasta el domingo día 11. «Al público le espera una gran fiesta, dos horas y cuarto de no parar de reír, porque hacemos un teatro muy diferente», afirmó Montse Amat, «la novia» de la historia.

Debutante en la compañía con esta obra, Amat interpreta a Violeta, una empleada de la famosa floristería gijonesa «Las Catalanas». Pese a que el espectáculo es coral, ya que ningún personaje sobresale por encima del resto, Violeta es el eje en torno al cual gira la historia. Una historia que va de una boda y la planificación de la misma, y que creará situaciones surrealistas que la compañía ha querido adaptar al ambiente gijonés. Así, como el novio es un famoso indio del que Violeta se enamoró perdidamente en el Festival de Cine de Gijón, en la ceremonia no faltarán tintes «bollywoodienses». «Es una boda medio hindú, medio de aquí. Así negociaron las dos familias en la historia. Mi personaje acaba siendo un poco el contrapunto al texto, porque es la que le pone un poco de cabeza a la locura del conjunto», afirmó Amat. «No nos reímos del hecho de casarse, sino de la parafernalia que se monta alrededor de la ceremonia; desde la colocación de los asistentes en las mesas a las discusiones sobre qué nos vamos a poner. Es como un árbol de Navidad que, de tantas bolas como le pones, acaba cayendo», comentó Jordi Milán, director y guionista.

El humor y la ironía se convierten, según Milán, en elementos clave del espectáculo. «No es que rechacemos el drama, es que se pueden decir cosas muy serias desde la parodia. La risa hace pensar y ver las contradicciones sociales», sentenció. Que la presentación de la obra se hiciese a las mismas las puertas del teatro no fue raro porque «La Cubana» se caracteriza, precisamente, por ser trabajo actoral de calle. Según el director, «la historia de la compañía se basa en obras que representan lo cotidiano; porque la vida es eso, teatro. Por ello, a pesar de la crisis, el teatro nunca morirá mientras siga en pie el ser humano».

«Las bodas no existen. Acaban siendo siempre bodorrios», sentenció Milán. Y en el suyo, once personas dan vida a más de cuarenta personajes distintos interpretados entre los diferentes actores. «Más que esquizofrénico, el cambio de registros es estimulante. Es como cuando los atletas se van a preparar para hacer un ejercicio. Tienes que ensayar unos movimientos, unas frases diferentes», explicó Meritxel Duró, una de las actrices. Además de su versatilidad, los intérpretes tienen que mantener el ritmo de la obra con el juego con el público. «Lo bonito de "La Cubana" es que estás en contacto con el público y lo disfrutas muchísimo. Es fundamental escuchar a la audiencia, y siempre hay mucha gente con ganas de participar», afirmó Duró.