Un grupo de patricios, vestidos con lujosas túnicas, oran solemnemente a la diosa Fortuna Balnearia. Sus esclavos, en una posición secundaria, presencian la estampa embriagados. En el transcurso del hermético ritual las ofrendas a la deidad, representada por un manantial de agua cristalina, se suceden: trigo, pétalos de flores, uvas, huevos y vino aguado mezclado con incienso. Esa es la voluntad de los dioses...

Pese a que pudiera parecer una escena típica de la época romana, esta curiosa liturgia tuvo lugar ayer en la fuente de El Mortero -en Tremañes-, en el seno de la semana del bimilenario de la muerte del emperador Octavio Augusto. Minerva-Mere es la asociación encargada de celebrar tan particular ceremonia. "Este tipo de ofrendas eran algo tremendamente habitual en la antigua Roma", comenta Víctor Vega, secretario de la asociación, que, durante esta semana organiza varias jornadas de recreación histórica en la ciudad.

Este acto tiene como principal objetivo, "recordar un lugar olvidado y de constatada presencia romana", como es la fuente de El Mortero, en la que hace años se encontró una ara que precisamente estaba dedicada a la diosa Fortuna Balnearia. Hoy la fuente está oculta entre escayos. "Una de las mejores cosas de Roma es que, como cultura, era capaz de absorberlo todo, añadiendo, como en este caso, elementos de otras tierras a su propia religión. De ahí lo de 'balnearia. Es el poder de la diosa en esta fuente'", explicaba Vega.

Hoy, la camarilla de romanos, dirigirá sus pasos al Cerro de Santa Catalina, donde realizarán otro homenaje al dios Júpiter Óptimo Máximo, si "los celtas" no lo impiden. "Desde la asociación respetamos todas las opiniones. Lo que no significa que comulguemos con ellas. Por mucho que digan, siempre seremos romanos. Si fuéramos celtas tendríamos el pelo rubio y los ojos azules", sentenció Víctor Vega.