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La Lluera estrena guías

Un profesional muestra las cuevas este verano, tras haber asumido los vecinos de Las Caldas esta tarea los últimos años

"Recibí la llamada de la asociación de vecinos a finales de febrero. No querían que su patrimonio quedase en el anonimato". Desde hace una semana, Pablo López es el guía de las cuevas de la Lluera, en Priorio, en lugar de los propios vecinos, que venían haciéndolo hasta el último año después de tres veranos sin profesionales.

En el ocaso del invierno, allá por febrero, los vecinos de Las Caldas contactaron con este arqueólogo e intérprete del patrimonio para que mostrase las cuevas todos los viernes, sábados y domingos del verano. Hay dos horarios: a las 10 y a las 16 horas. Fue Pablo López quien ayer mostró la cueva a un grupo al que se unió este periódico. "Llevaba ya un tiempo enseñando la del Conde y el abrigo de Santo Adriano. Creo que por eso decidieron contactar conmigo", apuntó el guía.

Bañadas por el río Nalón, las cuevas de La Lluera, descubiertas a finales de los setenta por el grupo espeleológico Polifemo, albergan en los grabados de sus paredes de piedra caliza su mayor interés.

Junto con las de La Lluera, el valle del Nalón cuenta con otros 22 yacimientos con elementos artísticos del paleolítico. "Buscamos que estos espacios sean un centro de reunión para el arte", explica Pablo López entre sus intenciones al frente de las visitas a la cueva. Ayer por la tarde, atendía a un grupo de ocho visitantes. "Venimos a hacer turismo artístico y cultural. Nos vamos a quedar tres semanas en Asturias para ver todo con calma", cuenta Israel Fernández, madrileño, que visitó las cuevas acompañado de su mujer, María Luisa García. "Ya habíamos visto la de Huertas, la del Conde, o la de Candamo. No nos queríamos quedar sin ver éstas".

Entre las numerosas grabaciones superpuestas del interior del primer yacimiento, Pablo López destacó la calidad de una en la que se adivina un grupo de caballos que parecen dirigirse a un río. Ciervos, uros (toros), y lo que podría ser un mamut, completan la prehistórica representación. "Posiblemente, la interpretación de los grabados será distinta de aquí a dos o tres años. La ciencia avanza", sentenció el arqueólogo.

La segunda de las cuevas recibe un curioso apodo por parte de los vecinos de Priorio: "el tobogán". Esto se debe a que, antiguamente, los niños del pueblo la utilizaban como atajo para bajar al río. Los triángulos rallados en su interior hacen que también se la conozca como "el paritorio", en referencia a la fertilidad a la que estos evocan.

Otro de los atractivos de La Lluera es el papel que tuvieron como refugio improvisado durante la Guerra Civil. "Nos gusta conocer estas cosas", comenta interesada Lucía Blanco, una de las visitantes de ayer en La Lluera.

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