Los libros en papel reviven en verano. Los bañistas prefieren las lecturas en formato clásico para llevarse a la playa y disfrutar del descanso antes que sufrir el riesgo de que la arena o el sol dañen los dispositivos electrónicos, como el ebook o las tablets, que utilizan el resto del año para la lectura. "Es lo mejor, no tienes problemas con el sol y te evitas un susto", aseguran.

Por mucho que cambien los tiempos, y con ellos los hábitos, hay uno que se repite año tras año en todas las playas: la lectura. Y es ahí donde el papel gana por goleada. Muchos de los que acuden a la playa lo hacen para descansar y desconectar del trabajo, por prefieren dejar en casa el móvil o cualquier otro aparto que les impida relajarse. Y además, muchos recurren al papel por miedo a que sus caros aparatos digitales sufran algún daño. Otros reconocen que con el sol la visibilidad de estos dispositivos es peor.

"A mi me gustan los libros en papel, las pantallas digitales me cansan mucho la vista. La juventud sin embargo ha cambiado mucho la lectura en la playa por los móviles", asegura Celestino González, usuario de la playa de Salinas, mientras lee la novela "Claudio, el Dios, y su esposa Mesalina". Pero no todos los jóvenes son forofos de lo digital y en la playa recurren al libro de siempre. Es el caso de Nuria Fernández, que se relaja tumbada en la arena leyendo "Hola, ¿Te acuerdas de mí?", de Megan Maxwell; o Priscilla Ortiz, que apenas comienza "los Pilares de la Tierra", de Ken Follett, mientras toma el sol.

Otros como Genoveva Chaves, aseguran que, a pesar de usar en su vida cotidiana los dispositivos digitales, en los días de playa los cambian por los tradicionales. "Traigo crucigramas y revistas porque con la tablet y el móvil no me relajo, estoy pendiente de ellos y no aprovecho para disfrutar del mar y el paisaje. Además con el sol no veo bien la pantalla y es muy molesto", explica la joven. Pero los hay que no renuncian nunca al "ebook": Cristina Arias, lee a través de este aparato "La casa de los espíritus" de Isabel Allende y asegura que no tiene inconveniente en llevarlo a la playa, eso sí, bien resguardado del agua y la arena con la correspondiente funda protectora.

La playa también es lugar para mantenerse informado. Muchos llevan el diario del día, como Azucena Ordóñez que acude siempre con LA NUEVA ESPAÑA a Salinas y después se entretiene con sudokus y pasatiempos. Oscar Pérez también lee el periódico antes de pasear por la orilla de la playa. Los mayores aprovechan también, cuando no tienen que cuidar de sus nietos, para relajarse con las lecturas. Algunos lo hacen con literatura, como es el caso de Margarita Fernández, que lee "El retrato de Dorian Gray" sentada en la toalla. "Siempre suelo traer libros cuando no tengo que estar pendiente de los niños", comenta. Otros prefieren el móvil pero para escuchar música, como dice Marilís Muñiz, vecina de Avilés.

La lectura en la playa es habitual incluso para los que trabajan y buscan un entretenimiento en los descansos. Elpidio Justo, heladero del paseo de Salinas, es un amante de la literatura y siempre lleva un a novela a su puesto de helados. Sus preferidas, las de Alberto Vázquez-Figueroa. "Traigo cualquier libro que encuentre por casa, en este momento estoy leyendo 'El Clan del Oso Cavernario' de Jean M. Auel", explica el heladero. Y es en el verano cuando la literatura hace su mejor papel.