Escultores de la talla de Javier del Río, Pablo Maojo, Christa Beisell, Tanador Yamaguchi o Carmen Castillo, se dieron cita en la mañana de ayer en el museo Evaristo Valle. No físicamente, sino a través de sus obras. Todas ellas tienen algo en común: son abstractas. Una circunstancia perfecta para actuar de maestros de ceremonias improvisados para 16 niños de entre 5 y 11 años que participan esta semana, y hasta el próximo día 17, en varios talleres. El de ayer llevaba por nombre "¡Soy Escultor! Modelando y tallando".

Los artistas, contaron con la colaboración de Eva Somoza, responsable del Departamento Educativo del centro, que actuó como profesora. El objetivo: entretener a los pequeños y dotarles de un cierto grado de conocimiento en el mundo de la escultura. La obra de piedra de Javier del Río abrió la veda. Le siguió una pieza en madera del asturiano Pablo Maojo. Tan solo se trató de una primera toma de contacto porque lo mejor estaba por llegar: imitar algunas de las obras diseminadas por el jardín. La primera, de Beisell, un artista cuya utilización del hierro es su seña de identidad.

Con la ayuda de unas cartulinas de colores, unas tijeras, plastilina y unas pajitas de tamaño considerable, los escolares iniciaron la primera actividad. Después, dentro del museo, llegó el momento de tallar. La figura del creador japonés Tanador Yamaguchi fue la escogida como modelo. Los chavales utilizaron para recrear esa obra unas pastillas de jabón y unos cuantos cuchillo de plástico.

Con la mañana bastante avanzada fue el momento de reconocer el arte basado en plástico duro reforzado como espuma y pintado a conciencia con diferentes texturas de Carmen Castillo. La abstracción de las obras permitió a los pequeños derrochar imaginación a raudales: lo que para uno era un submarino con una pelota encima, para otro se trataba de un edificio. Todo valía en medio de un ambiente distendido y cordial en el que ni siquiera la hiperactividad reinante en los participantes en el taller lograba imponerse.

Somoza mostró su satisfacción al respecto: "Es muy gratificante ver a los niños disfrutar así. El objetivo es que aprendan a través de la diversión, la interacción y la creatividad". Respecto a las diferencias a la hora de visitar el museo entre niños y adultos, la joven no titubeó: "Los adultos se muestran mucho más pasivos, todo lo contrario que sus menores".

La intensa lección iba llegando a su fin y la arcilla copó los últimos compases de una mañana plena de actividad. Sentados alrededor de una mesa y con la protección de una capa, los aprendices se pusieron manos a la obra en la que sería su última labor artística. Su tarea consistió en intentar una copia de la obra de Castillo primero, y aportar una idea propia y libre, después:caracoles, serpientes, seres humanos, coches o helicópteros, fueron las últimas creaciones escogidas para cerrar el taller entre risas.

Las obras, que serán expuestas el próximo viernes 17, día en el que finaliza el proyecto educativo, iban amontonándose, para satisfacción de los nuevos escultores y ante la atenta mirada de Eva Somoza, que no perdía detalle.

Al final, el reloj le ganó la partida a la emoción y los padres comenzaron a llegar; pero solo se trató de un oasis en medio del desierto. Esto sigue y la antepenúltima jornada del proyecto tendrá mañana, a partir de las diez, al pintor José Arias como invitado. Arias traerá al museo gijonés sutécnica y sus experimentos artísticos con chorros y vertidos.