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Sueño cumplido en el Urriellu

Fátima Gil y Vicky Vega integran la primera cordada femenina que conquista el Picu por la dificilísima vía "Pilar del Cantábrico", después de dormir dos noches suspendidas en el vacío

Sueño cumplido en el Urriellu

"El Urriellu es mágico", asegura Fátima Gil. "Impresionante", añade Vicky Vega. Estas dos escaladoras, integrantes del equipo nacional de alpinismo, tenían un sueño: conquistar el mítico Picu por una de sus vías más difíciles, "Pilar del Cantábrico". Traducido: 500 metros de escalada vertical, con algunas de las mayores dificultades que puede encontrar un alpinista en España. Tres días les llevó una hazaña que las obligó a dormir dos noches en la pared, la primera en una hamaca, la segunda colgadas de sus arneses. Tres días de esfuerzo, sufrimiento y empeño, tras los cuales fueron recibidas como heroínas, entre vítores y aplausos, en el refugio de la Vega de Urriellu. Amigas y compañeras en la montaña desde hace tres años, Fátima y Vicky integraron la primera cordada femenina que remontó el Picu por el "Pilar del Cantábrico". Sueño cumplido.

La madrileña Fátima Gil, de 31 años, y la sevillana Vicky Vega, de 27, que ya habían ascendido el Urriellu en múltiples ocasiones, prepararon durante un mes la aventura de sus vidas. El apoyo de los guardas de Urriellu, Sergio, Tomás, Iñigo y Juan, fue determinante, pues las ayudaron a subir el material con sus mulas y les dieron de comer, duchas, ánimos y cariño sin pedir nada a cambio.

El día 12, de mañana, partieron. Nunca antes habían dormido en una pared. Pensaban hacerlo sólo una noche, suspendidas a casi 200 metros de altura, por eso descolgaron la hamaca el día 13. Pero la ascensión se complicó y, a las tres de la madrugada, tuvieron que detenerse. Vicky, que iba por detrás, "construyó" una especie de silla con los estribos, pero Fátima tuvo que dormitar de pie, con la única ayuda del arnés y apoyada en la pared del Picu.

"Nunca pensamos en abandonar, sólo mirábamos hacia arriba", señaló Fátima, que recordó cómo oían a lo lejos los gritos de aliento que lanzaban desde el refugio. Poco antes de llegar a la cima gritaron ellas: "¡Agua!". Estaban deshidratadas. Y dos alpinistas, su amigo Miguel Molino y el guía Fernando Calvo, subieron a toda prisa por la Sur con líquido. Llegaron a la cima justo para ver atardecer y con la ayuda de Molino y Calvo bajaron hasta el refugio, donde todo fueron besos, abrazos... "y cerveza", rememoró Fátima. Fue "superemocionante. Todavía estamos asimilando lo ocurrido", añadió Vicky.

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