Jesús Cintora, (Ágreda, Soria, 1977) periodista y exconductor de "Las mañanas de Cuatro", atiende a LA NUEVA ESPAÑA recién aterrizado en Asturias, horas antes de presentar su primer libro, "La hora de la verdad", apoyado en afamados políticos, jueces, economistas, compañeros de profesión, religiosos y otros especialistas. El autor, que presentó en la "Semana negra", ofrece en ese volumen una visión analítica de la situación política actual en España.

-Llega con su primer libro, "La hora de la verdad". ¿Qué quiere aportar?

-Vivimos en un momento crucial. Los estamentos han empezado a verle las orejas al lobo y se han dado cuenta de que las cosas no pueden continuar así. Los cambios son inevitables. Han surgido nuevos partidos, se habla de posibles nuevas alianzas entre ellos?

-¿Algún político rechazó la idea de colaborar con usted en el libro?

-No. Tuve la suerte de conocer a varios políticos (Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Albert Rivera...) que tenían la intención de contar lo que está sucediendo: cinco millones de parados, numerosos casos de corrupción, desigualdades, recorte de libertades? De otro modo, reunirlos a todos juntos hubiera resultado una quimera.

-¿Quién le ha sorprendido más?

-Revilla y Gabilondo. Son dos grandes comunicadores con estilos muy diferentes, pero cuentan muy bien las cosas. Iñaki es el periodista por excelencia, representa el rigor con lenguaje claro. Revilla usa un lenguaje muy popular. Es muy cercano a la gente de la calle. Es capaz de contarte el asunto más serio de la manera más simple.

-Articulista, analista, profesor, periodista, escritor, presentador, ¿Con qué se queda?

-Me considero un comunicador. Una forma más de contar lo que pasa, siendo sincero, honesto y valiente en un ámbito en el que se paga un precio alto por denunciar las cosas. Lo que más me congratuló fue recibir la llamada de la Asociación de Enfermos de Hepatitis C una vez que Sanidad decidió costearles los medicamentos. Me dieron las gracias por ser el primero que los entrevistó cuando les estaban dando la espalda.

-Usted ha sido profesor asociado en la Universidad Carlos III de Madrid, ¿es posible cambiar la conciencia política a través de las aulas?

-La cultura es fundamental. Un pueblo culto es un pueblo más fuerte. Al poder le interesa una ciudadanía más ignorante y a la que no le llegue toda la información.

-¿Cuál es el principal error de la política actual?

-El enquistamiento de determinados problemas. La justicia debería ser mucho más ágil e independiente. Grandes empresas tienen muchísimo poder y numerosos políticos terminan ocupando sus cargos cuando se retiran. En España existe la desvergüenza de no premiar los méritos. Personas muy válidas se tienen que ir a buscar una oportunidad porque sus puestos están ocupados por familiares o amigos de...

-¿Qué pasa con Grecia?

-Grecia es ejemplo de cómo se intenta jugar al olvido. Se muestra una realidad desvirtuada. Su problema viene de muchos años atrás. La derecha helena ocultó un enorme déficit que arrastró durante años y que contó con el apoyo de varias entidades financieras. Lo fácil es buscar un malo y echarle la culpa a Varoufakis o a Tsipras, que acaban de llegar. Pasa un poco como aquí, se arrastran las mentiras del pasado. Grecia no puede arreglarse en un mes ni en dos.

- ¿Le vienen a la cabeza nombres como el de Bárcenas?

-El "caso Bárcenas" es un fiel reflejo de lo que ocurre en el país. Se ha conocido que tenía cuentas millonarias en Suiza, que ha recibido dinero negro e incluso el presidente del Gobierno, sabedor de todo, le ha mandado sms de apoyo. Nadie ha asumido responsabilidades y ni siquiera se ha celebrado un juicio. Bárcenas está en la calle mientras que la gente de a pie está machacada y debe aguantar la subida de impuestos o las altas multas que impone la Ley Mordaza para que no se hable.

-¿Son inmunes los políticos?

-Es evidente que en España no se trata a todos por igual. La justicia no funciona y existen casos como Gürtel o Urdangarín donde no se han asumido responsabilidades.

-¿Tiene España una democracia disfrazada?

-No creo. Es una democracia imperfecta. Hay que avanzar y para ello se deben contar las cosas a través de un periodismo libre.

-¿Se considera un periodista molesto para ciertos sectores de la política?

-Sí. Cualquiera que no baile el agua al poder o denuncie las cosas de forma directa es molesto. No soy un caso especial, ocurre lo mismo con otros compañeros. El peloteo es usual y existe un miedo atroz a que la verdad salga a la luz. El periodismo como profesión es más grande que cualquier político de turno y debe dar voz al testimonio, ser un espejo de esa realidad.