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El placer es para todos los públicos

Los sexólogos que imparten un curso universitario en Avilés señalan siete falsos mitos sobre el sexo, dirigidos a todas las edades, para atajar las restricciones sociales que acaban desde la infancia con el derecho a gozar

El placer es para todos los públicos

"Desgraciadamente, según nos vamos haciendo mayores vamos renunciando al placer. Dejamos que nos quiten ese derecho desde que somos pequeños. Con ello, el placer se encajona en lo socialmente aceptado". Así comenzaba ayer Iván Rotella, coordinador del Centro de Atención Sexual del Ayuntamiento de Avilés (CASA), su ponencia sobre sexualidad en el curso de verano de la Universidad de Oviedo que se celebra en el Centro de Servicios Universitarios de Avilés.

Durante su intervención, Rotella relató cómo el cuerpo humano tiene zonas cuya única finalidad es proporcionar placer, como por ejemplo el clítoris en las mujeres. "La sociedad y sus restricciones morales hacen que a menudo lo veamos como algo obsceno y prohibido", señaló para pasar a explicar que en la vida existen cuatro etapas diferenciadas de placer y "en todas ellas las regulaciones sociales imponen estereotipos que terminan por crear falsos mitos en relación al placer sexual".

La primera etapa, explicó, comienza en el vientre de la madre, a través de ella el feto experimenta placer, la mujer transmite al embrión todo lo que siente. "Muchas parejas deciden no tener relaciones sexuales durante el embarazo por miedo a dañar al bebé, creando así una frustración que pasa al futuro hijo", indicó. Igualmente dijo que las mujeres se alarman al pensar que el bebé pueda sentir exactamente lo mismo que ellas, "viéndolo como algo sucio". Para Rotella, en Asturias, "afortunadamente las matronas informan a las madres sobre esta situación e intentan destruir ese mito erróneo".

La segunda etapa se sitúa en la infancia. Desde que el bebé nace encuentra distintos placeres: en masajes, baños y también en la lactancia materna, comentó el experto, para resaltar que el placer de amamantar "crea un vínculo entre madre e hijo". En esos primeros años de vida el bebé comienza a explorarse y del mismo modo que encuentra sus manos y sus pies "en determinado momento llega a los genitales que le dan placer, pero sin connotación erótica, algo que por lo general alarma a los padres. Los adultos somos los que erotizamos todo; para el niño no tiene ese sentido, él solo se disfruta", comentó el sexólogo que desea tranquilizar a los padres advirtiéndoles de que cuando crezca será un niño que conoce su cuerpo y nada más". Antes de que llegue a los tres años, su entorno ya comenzará a imponerle las regulaciones sociales que, según Rotella, deberían ir dirigidas a la integración y no a la restricción.

La tercera etapa es la pubertad, un momento muy corto pero muy intenso de cambios. Para el sexólogo está de moda explicar a los adolescentes las modificaciones estéticas del cuerpo, pero hay otras que también necesitan conocer, dijo. En el caso femenino la menstruación es explicada en los hogares e institutos; sin embargo, "a los chicos nadie les cuenta que las poluciones nocturnas son únicamente ajustes del cuerpo que nada tienen que ver con sueños eróticos o perversión. Existe una desinformación que crea dudas en el adolescente, provoca miedos, inseguridades, ansiedad...".

En esta etapa llegan los primeros enamoramientos y con ellos la primera relación sexual, "algo tratado socialmente con misticismo y que acaba siendo un desastre", relató Rotella. El 95% de los jóvenes que llegan a su consulta, confesó, definen este debut en el sexo como un fracaso "por la falta de información y las convicciones sociales que asocian a esta primera experiencia". Las relaciones alternativas y las esporádicas, añadió, también tienen una condena social. "De este modo la sociedad marca de qué podemos disfrutar y en qué forma".

La etapa adulta y última es la de la estabilidad, de renuncia al autoerotismo por creerlo una práctica exclusiva de jóvenes, apuntó. "A las mujeres no se les explica que la menstruación no indica el fin de sus relaciones sexuales ni mata sus deseos de placer". También se refirió a la creencia generalizada de que la gente mayor, por su edad, ha perdido el derecho a sentir placer. En este sentido afirmó que "los médicos recetan tratamientos a los ancianos que les impiden tener erecciones y no sopesan la posibilidad de cambiárselos al dar por hecho que no las van a necesitar". El sexólogo concluyó que en las residencias de ancianos se les impide dormir acompañados: "se coarta su intimidad".

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