"Saqué la entrada para ver a Lenny Kravitz hace meses. Fui de los primeros". Lo dice Rubén Mol, que es el coordinador del centro de música joven Pedro Bastarrica, de Otero, en Oviedo, y que acudió al concierto que ofreció el neoyorquino en Gijón este sábado. Tanta premura tenía dos objetivos: ver al artista y a su batería, Cindy Blackman. Mol es colega instrumental de ella. Así que trazó un plan y logró conectar y que le regalara una baqueta.

Así pues, Mol procuró ubicarse en una posición en donde, además de ver a Lenny Kravitz en pleno apogeo, pudiera observar con detenimiento a Blackman, que comenzó su carrera con el músico Carlos Santana, con el que se casó. "Busqué el ala donde se iba a situar la batería en el Palacio de La Guía. Quería tener un buen ángulo y, a la vez, cercano, pero desde la grada", cuenta Mol. Y añade: "Llegué y eché un vistazo. Vi que de un lado estaban teclista y coristas, y que vientos y batería se pondrían a la derecha mirando desde mi posición", puntualiza.

Como buen músico, Mol escudriñó todo, incluidos el equipo de sonido y elementos adicionales: "Me percaté de que los altavoces estaban orientados enfrente y en el lateral". Ése fue el plan no sólo para ver a Lenny Kravitz, también para seguir atentamente los movimientos de su batería. No quería perder detalle y la estrategia le salió perfecta. Al final, logró hablar con Blackman, que le entregó una de sus baquetas. La instrumentista no tenía mucho sobrante porque, tras la sesión, había lanzado al público "tres baquetas". Pero él no sólo consiguió su trofeo, sino que pudo mantener una miniconversación con su colega: "La empecé a llamar en la parte final. Cuando acabó el concierto, ella estaba sentada con la cabeza agachada, recuperándose". Así que Mol continuó sus llamadas. "¡Cindy, Cindy, Cindy!, hasta que levantó la cabeza. Me vio. Hizo un gesto con la mano, un gesto de que esperara. Era normal por el cansancio. Habían acabado con 'Are You Gonna Go My Way' a mayor velocidad de lo normal. Me fijé que tiró tres baquetas y dijo adiós. Cuando acabó todo el ritual y descansó me hizo otro gesto con las manos para que me acercara". Pero tenía una última frontera: superar las cinta de seguridad, ese territorio que separa a las estrellas del público. "Me van a crujir", pensó Mol. Pero no hubo tiempo. "Salté la cinta y en seguida vino ella para que me dejaran pasar a la escalera del escenario", dice. Y aprovechó para presentarse: "Le dije que yo era batería y que la admiraba muchísimo. Me dio un par de besos, un abrazo y me regaló la baqueta". Charla corta, pero intensa y con premio. "Lo mejor fue que se acordara de mí, cuando le gritaba desde la grada, después del bis. Es una mujer de leyenda. La tengo controlada de siempre y lleva la marca que yo llevo de baquetas, Vic Firth, y batería Gretsch".

Ésa fue la historia de este ovetense de largo recorrido instrumental, que fue batería de grupos como "Ilegales" o "Los Berrones", entre una amplia y sólida carrera de colaboraciones y grabaciones.