"De pequeño quería pilotarlos, ahora prefiero verlos". Alberto Franco fue uno de los miles de espectadores que ayer poblaron la bahía de Gijón. No quería perderse el gran espectáculo generado por las aeronaves que durante más de dos horas obligaron a no perder de vista el cielo y al que acudieron, según fuentes municipales, 240.000 personas.

A las doce en punto hizo su aparición sobre la playa el primer participante de la parrilla, la L19 Bird dog, estrenando un nuevo sistema de humo. Tras ella fue el turno de un avión de transporte que a pesar de su gran tamaño demostró la misma agilidad que sus compañeros más pequeños, el C295. La simulación del rescate de un náufrago fue tarea para el helicóptero de Salvamento Marítimo, a quien siguieron tres grandes de la historia bélica, una Bücker Bü 131 y dos Piper L4, alemana y americanas respectivamente. El helicóptero de los bomberos de Asturias y dos cazas Harrier II Plus precedieron a otra formación histórica compuesta por el DC3, el P40 y el P51.

La gran novedad del festival de este año, el convertiplano americano MV22 Osprey, encandiló al público con sus maniobras sobre la bahía antes de que el caza Eurofighter Typhoon y las acrobacias de la Patrulla Águila pusieran punto y final a una mañana épica.

Y para que la fiesta fuera completa, a la exhibición la acompañó el tiempo, aunque quizá excesivamente. El calor intenso y el cielo despejado pasaron factura al público, que no tuvo más remedio que arremolinarse bajo los árboles y los postes del Muro para conseguir una mínima sombra que diera un respiro del sofocante sol. Los servicios de asistencia sanitaria, ubicados a lo largo de todo el recorrido de la paseo, tuvieron que hacerse cargo de varios casos de insolación y lipotimia. Pequeños incidentes que no agriaron en absoluto la representación.

Los mejor parados con las temperaturas fueron los establecimientos cercanos al paseo marítimo, que con el evento vieron incrementadas sus consumiciones y ventas de manera desorbitada. Ni una silla quedaba libre bajo las sombrillas de las terrazas del Náutico.

El Festival, que con esta edición cumple su décimo año consecutivo, dará que hablar durante los próximos días por las múltiples sorpresas que ofreció al público. La más comentada, incluso en las redes sociales, la aparición de un invitado sorpresa al final de la actuación, tras la Patrulla Águila. El intruso era un avión comercial de la empresa 'Vueling' que realizaba el trayecto entre Barcelona y Asturias y solicitó permiso a la torre de control del Aeropuerto para sobrevolar a baja altura la zona de la San Lorenzo. Un último aporte que, aunque no formaba parte originariamente del Festival, hay quien pensó que se unía a la demostración.