La "seca" propició un concurso de siega bastante inusual en la localidad sierense de Santa Marina. Normalmente esta competición, que ya ha arraigado en el calendario de los certámenes tradicionales de Asturias, enfrenta siempre a los expertos en siega con guadaña a un campo con hierba generosa, bastante alta. En esta ocasión, la hierba levantaba unos pocos centímetros del suelo, y le puso un poco más de dificultad a la competición.

Los nueve participantes en el concurso comenzaron con la prueba de cabruñado, la parte más difícil y también la más importante. Lo explicaba un veterano de la prueba, Ángel Camiña, de Santa Marina, que ha participado todos los años en el concurso: "no importa la fuerza, todos tenemos suficiente para llegar hasta el final sin problemas; lo importante es cómo armes la guadaña; si la guadaña está bien y te aguanta, puedes hacer algo". Lo mismo decía "El Roxu de Luces", otro participante habitual desde hace unos años. "Si sabes romper bien la guadaña, tienes la mitad hecho; si no, no aguantas".

Una vez armada la guadaña, llegó el momento de acercarse, detrás de la gaita y el tambor, como manda la tradición, al prao donde cada competidor tenía su calle. El público, el juez más implacable, los estaba esperando ya.

Todos se pusieron a competir con entusiasmo, y la victoria para muchos era lo de menos. "Todos los que competimos traemos la comida y después del concurso merendamos juntos; al final, que quede uno por delante hoy y mañana por detrás, es lo de menos, lo importante es estar aquí", insistía El Roxu.

Para ganar cuenta cómo se deje el prado después de segar, el estilo que se tenga segando, cómo se cabruñe y el tiempo que se eche. No por llegar el primero se gana la competición. Son muchos factores los que cuentan en el certamen.

En este caso, no obstante, el tiempo sí fue determinante para decidir el ganador. Finalmente, se impuso en el concurso José Manuel Vallín, de Villaviciosa, por delante de Juan Ramón Sánchez, de Infiesto, y de El Roxu. Los dos primeros empataron a puntos y Vallín se impuso por el tiempo: había tardado menos tiempo en cabruñar la guadaña y en segar su parte que su contendiente.

Ángel Camiña se llevó el premio al primer clasificado de Santa Marina, y Pablo Vega fue merecedor de un galardón de nuevo cuño, el premio especial al más espectacular. Pero, en suma, todos salieron premiados por compartir la emoción de compartir y el "tercer tiempo" de la merienda.