"El Xiringüelu es una fiesta que nunca se puede perder, estamos todo el año esperando a que llegue para celebrarla", señalaba Adrián Suárez, miembro de la peña "La Madreña", mientras escanciaba algún que otro culín de sidra a sus compañeros. Este joven tan solo es uno de los miles de asistentes que saturaron, en el día de ayer, el prau de Salcéu durante la tradicional fiesta que este año cumplió su 35.ª edición. Todos los presentes pudieron disfrutar de una espléndida jornada aprovechando que el sol reinaba en todo el recinto.

Al igual que el año pasado, gracias a la labor de la Cofradía del Xiringüelu, el festejo se dividió en dos zonas para evitar que se perdiera la esencia tradicional de la fiesta. En el territorio peñista se respiraba un ambiente más folclórico. El centenar de casetas que se fueron construyendo a lo largo de la semana acogieron a todos los pravianos que se acercaron para disfrutar del popular festejo a golpe de sidra, música y muy buen ambiente. Por otro lado, la zona del "botellón", donde cientos de jóvenes montaron sus acampadas particulares y se divirtieron bebiendo y bailando gracias a la animación y la música de un dj desde un escenario. "Con la división hemos conseguido tranquilizar y recuperar la esencia del Xiringüelu", comentaba Guillermo Rodríguez, organizador de la Cofradía y encargado de las charangas. Candi Estévez, de la peña "El Sauco", destaca que "es lo mejor que han podido hacer, no se deberían de juntar los ambientes, el botellón contamina mucho".

De entre el centenar de peñas que ayer se reunió para celebrar la popular fiesta, la peña "Los Merucus Sidreros" fue la ganadora del Cuervón que reconoce a la mejor construcción. "Hemos trabajado muy duro durante la semana para conseguir el primer premio, ahora nos toca disfrutar de la caseta a tope", señalaba Sergín Riberas, uno de los constructores de la caseta galardonada.

Muchos son los caseteros veteranos. Uno de ellos, Kike Tejada es uno de los más experimentados. Es miembro de la peña "El Ahorcao", la más antigua de todas, con 37 ediciones de Xiringüelus a la espalda. "Nos atrae la fraternidad, la tradición y la fiesta. Venimos a olvidar los 364 días del año y a ver a viejos amigos", explica Tejada. El veterano señala además que tan solo uno de los miembros de "El Ahorcao" ha sido capaz de asistir los 37 años. Se trata de Alejandro Saralegui, que para él el Xiringüelu son "las fiestas de las fiestas" y agradece a su mujer y amigos que le hayan facilitado el no perderse ni una sola edición. "El Espantayu" es otra de las peñas habituales. Después de 30 años en Salcéu siguen manteniendo su tradición particular en la que los novatos deban construir el símbolo de la peña: un espantapájaros.

El Xiringüelu movió a gente de todo el mundo. Dos amigos franceses, Kelly O'deyé y Valentín Feau, miembros de la peña "La del Año", aseguraban: "Nos está encantando, si sigue así el año que viene mandamos un autobús desde Francia". "Me gustaría volver hablando bien el español y poner mi propia caseta", destacó Tom Watt de Nueva Zelanda.