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Los bolos, juego de equipo en Piloña

San Martín estrena una bolera que "sirve para hacer un poco de ejercicio y dar ambiente", señalan los vecinos, que sufragaron la instalación

Aníbal Sampedro, Roberto Rodríguez, Mari Carmen Fontenla, Antonio Ortega, Alba Sampedro, Ernestina Rodríguez y Nicolás Peláez en la bolera. C. CORTE

Los vecinos de la localidad piloñesa de San Martín estrenaron ayer bolera por todo lo alto. A la instalación deportiva no le faltan detalles, como el tubo para conducir la bola desde el castro donde se sitúan los bolos hasta la zona de tiro. Y todo gracias al esfuerzo de la decena de residentes que durante los fines de semana del verano trabajaron de forma desinteresada para sacar adelante el proyecto. Además de la mano de obra también pusieron dinero de su bolsillo "a tocateja".

En la tarea no estuvieron solos. El Ayuntamiento también puso su granito de arena, literalmente. El consistorio piloñés colaboró cediendo una pala y materiales como grijo y arena para limpiar y allanar el terreno, que antes de que se acondicionara la bolera no era más que un gran matorral intransitable. Además, también aportó varias vallas metálicas procedentes de quitamiedos que los vecinos reutilizaron con gusto para delimitar el terreno de juego y evitar que la bola se escapara por el precipicio.

En San Martín todos arrimaron el hombro, aunque de diferentes maneras. Mientras algunos residentes se ocuparon de dar una capa de asfalto al acceso de entrada a las instalaciones, situadas en el barrio de La Casa Abaxu, otros se decantaron por fijar los tablones de madera. Falo Tejerina se encargó de comprar los bolos y Roberto Rodríguez de pintarlos. "Gracias al apoyo del Ayuntamiento al final sólo tuvimos que desembolsar alrededor de 20 euros cada uno y fíjate que gran servicio va a hacer por tan poco dinero", resaltó Aníbal Sampedro. Con él coincidía Ernestina Rodríguez, principal impulsora de la iniciativa. La mujer se marchó en su adolescencia a Francia y a su regreso, hace escasos años, comprobó horrorizada que el lugar donde antes había una bolera y donde pasó las mejores tardes de su infancia no era más que un nido de malas hierbas. Así que se puso manos a la obra. "Me llevó cuatro años poner de acuerdo a los vecinos para sacarla adelante, pero da gusto ver esto tan guapo ahora", explicó. "Sirve para que los vecinos hagan un poco de ejercicio. A mí no se me dan muy bien los bolos, pero igual vale también para la petaca", bromeó Rodríguez.

La iniciativa entusiasmó a jóvenes del pueblo como Alba Sampedro, que a falta de chigre ven la bolera como un gran punto de reunión. "Ya hay hasta piquilla por ver quién gana, esto de los bolos engancha y da ambiente al pueblo, es un aliciente" apuntó la joven, de 25 años de edad, que apuró hasta las últimas horas de luz del día para echar unas partidas.

Algunos, como Roberto Rodríguez o Antonio Ortega, especulan incluso con la posibilidad de crear su propia peña, "pero mejor a largo plazo, que de momento somos unos mataos", bromearon. La idea de una liguilla para dar ambiente al pueblo tampoco la descartan.

A pesar de que aún está recién estrenada la bolera, los vecinos ya preparan nuevos detalles para mejorarla. "Estaría bien traer una pizarrina para ir apuntando los tantos que hace cada uno", sugería Sampedro. "Un angazu para acondicionar el terreno tampoco venía mal", reseñaba Rodríguez.

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