Aunque aún no ha cumplido la mayoría de edad -lo hará dentro de unos meses-, el cántabro Álvaro Fernández ya tiene claro qué quiere hacer en cuanto lo consiga. Su sueño es conseguir una plaza de socorrista en una de las playas de Santander. No es un mero capricho. Lleva preparándose para ese puesto desde que hace años entró en el Club Marisma de Cantabria. Allí dio sus primeros pasos en el mundo del salvamento deportivo. Mes tras mes Fernández fue cumpliendo fielmente con unos duros entrenamientos que, ahora, espera le lleven a asumir la responsabilidad de cuidar de los bañistas de un arenal de su ciudad. Antes, dentro de sólo unas semanas, quiere entrar en la selección española de salvamento deportivo y competir en los mundiales de Holanda. El joven, junto con compañeros de su edad y más pequeños, demostró ayer sus dotes en las terceras Lifeguard Race Series, que se celebraron en la playa de San Lorenzo de Gijón a lo largo de todo el día.

El cielo nublado no fue impedimento para que ya desde primera hora de la mañana estos jóvenes demostraran sus capacidades y las horas de intenso entrenamiento. Aprovechando la ausencia de sol -y por tanto de bañistas-, los deportistas realizaron dos exhibiciones a mediodía: un rescate con tabla y otro con tubo. Era la preparación previa para la competición de por la tarde en la que además de Fernández "lucharon" otros jóvenes como Elena Torreiro, llegada de La Coruña. Con 13 años explica que empezó en el salvamento deportivo a través de sus cursillos de natación. "Al principio no me gustaba nada. Era demasiado pequeña. Luego ya le cogí el gusto. Me enseñaron las técnicas y vi que era diferente a nadar", recalcó Torreiro. "En el futuro quiero hacer algo relacionado con el deporte", explicó la joven asumiendo que el trabajo de salvamento "es algo temporal, para sacar unas pelas en verano". A pesar de todo entrena duro desde hace ocho años aprovechando la costa coruñesa. Pero en las III Lifeguard Race Series también participan jóvenes llegados desde el interior. Lucía Gómez, de 15 años, representó ayer en Gijón a los nadadores de Zamora.

"Llegué al salvamento deportivo porque me apuntaron mis padres. Poco a poco me empezó a gustar este deporte", contó la chica. Para que ella se "enganchara" al deporte fue fundamental la labor de entrenadores como Cristina García. "En Zamora tenemos mucha afición, movemos a más de 300 personas, 200 de ellos chavales. Muchos vienen rebotados de la natación porque se aburren sólo de nadar", explicó ayer la monitora en San Lorenzo. Las tablas o los skis sirven como reclamo para atraer a los adolescentes. "Lo difícil es mantener a la gente en invierno, la piscina no es tan divertida como la playa o el río", recalcó. Borja Vidal, del club Sasa, con base en la localidad coruñesa de Sada, destacó también la importancia de "pruebas como esta de Gijón", que, a su juicio, "sirven para motivar a los chavales, para tecnificar y para premiarles por lo duro que han entrenado a lo largo de todo el año". El objetivo se consiguió con creces. Todos ganaron al menos un poco de experiencia.