El Castillo de Gauzón, lugar en que se forjó la Cruz de la Victoria, viajó en el tiempo hasta la época en la que los Reyes de Asturias, Alfonso III y Jimena, paseaban por la fortaleza del peñón de Raíces. Decenas de visitantes de todas las edades se congregaron en los alrededores del yacimiento arqueológico para pasar una jornada en la Edad Media. La entrada al asentamiento estaba flanqueada por una representación de la Cruz de la Victoria y unos carteles explicativos sobre la vida cotidiana de las personas de la época, para ambientar a los visitantes y meterles en el papel de lo que iban a encontrar en los aledaños del Castillo, que finalmente, y tras las peticiones del público, abrió sus puertas para ser visitado en pequeños grupos.

A los pies del fortín se colocaron tres tiendas de campaña medievales, una carpa con mesas para realizar las manualidades y un campo de tiro con arco del que disfrutaron, especialmente, los más pequeños. En torno a las 12.30 horas, los miembros de la Asociación de Recreación Medieval Asturiana (ARMA), animaron a los presentes a acercarse sin miedo para observar la multitud de armamento bélico que tenían expuesto.

Rubén Rodríguez, de ARMA, fue el encargado de explicar al público la utilidad y origen de todos los aparatos que tenían ante sus ojos. Tras una breve introducción sobre la historia del Castillo de Gauzón, el animador pasó a explicar las diferencias entre las tres tiendas de campañas montadas en la plataforma más baja del yacimiento, en la que se cree que podían estar construidas las viviendas de los trabajadores de Gauzón.

La primera tienda era de origen normanda, usada desde el siglo IX hasta nuestros días. Este tipo de dependencias eran típicas de los que hoy llamamos "vikingos", y en ella había guardado un arcón con una armadura de 28 kilogramos, que más tarde Rubén Rodríguez se colocó para el combate, demostrando que a pesar de su peso permitía una total movilidad. La segunda tienda estaba constituida por un pabellón redondo, a semejanza de las dependencias que utilizaban los nobles en sus desplazamientos en los siglos XI y XII. En ella los visitantes observaron una cota de malla de 20 kilogramos. Este instrumento despertó la curiosidad de los presentes que, posteriormente, pudieron participar en un taller para su confección.

Por último, en el exterior de la tercera tienda, de origen sajón y utilizada en los siglos XII y XIII, estaban colocadas infinidad de armas: espadas de distintas épocas, cuchillos, lanzas, mazas, hachas, e incluso algunas que la mayoría de los presentes desconocían, como el mayal (barra de madera unido a una bola de hierro con puntas por una cadena), o la alabarda (hacha con la punta de lanza). Pero como no todo era el ataque en los combates del medievo, también hubo oportunidad de conocer los instrumentos de defensa, como los distintos tipos de escudos y yelmos.

Para finalizar la jornada, los miembros de ARMA realizaron una exhibición de combate medieval que hizo las delicias de un público ya metido en la época, gracias a los distintos talleres realizados durante la mañana en los que tejieron ropas, fabricaron cota de malla, tiraron con arco y vistieron al caballero para la batalla.