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Sonidos para la historia

El Pueblo de Asturias muestra cincuenta radios de las más de doscientas cedidas por el coleccionista Avelino Fombona

1. Avelino Fombona, ayer, posando para los fotógrafos. 2. Dos visitantes observan alguna de las radios. 3. Una pareja contempla un fonógrafo antiguo. 4. Avelino Fombona pone a funcionar un viejo fonógrafo. julián rps

Detrás de la radio hay muchas anécdotas, muchas historias y vivencias por contar. Desde 2014, el "Muséu del Pueblu d'Asturies" es el lugar donde descansa la colección de radios que Avelino Fombona donó al Ayuntamiento de Gijón. Ayer era el acto de inauguración, al que acudieron Raquel Huergo, de la Fundación Municipal de Cultura; Joaco López, director del museo y el propio Avelino Fombona, que se mostró visiblemente emocionado por el acontecimiento.

El nombre de la exposición, "Historias de la radio", recoge la evolución de este dispositivo electrónico a lo largo del siglo XX en tres etapas (1925-40; 1940-55 y 1955-75). Aunque también tienen hueco la publicidad radiofónica de la época y los documentos de difusión y control público sobre la radio.

"Quisimos contextualizar también con carteles asturianos. En los años sesenta la radio era el medio de comunicación hegemónico. Casi todos los documentos que hay pertenecen al 'Muséu del Pueblu d´Asturies', aunque el conjunto más importante es la colección de Avelino", comentó López. "Avelino comenzó a almacenar radios en los años setenta hasta las casi doscientas (radios) que tiene", prosiguió el director del museo, que también tuvo elogios para la faceta humana de Fombona, de quien dijo que "cuando a alguna radio le falta una pieza o se le pierde algo, él se la lleva y en un par de días la trae como si acabase de salir de la fábrica". Otro hecho que quiso remarcar López del valor de esta colección es que "todas las radios que están expuestas funcionan a pesar de los años que tienen". Como ejemplo, se puso a funcionar un fonógrafo de 1925.

El origen de la radio en España data de los años de la dictadura de Primo de Rivera, cuando desempeñaba una labor de instrumento de propaganda política en lugares públicos como casinos o bares. Durante la guerra, los dos bandos utilizaron el espacio radiofónico para alentar y llamar al combate a la población. Y durante la posguerra cumplía dos labores fundamentales: entretener y adoctrinar. Precisamente, el modelo autárquico de estos años posteriores al conflicto se caracterizaba por una fabricación "low cost" a base de pequeñas piezas sueltas que imitaban los modelos foráneos, pero a precios muy baratos debido al crítico estado de la economía española. También en estos años comienzan a aparecer los primeros programas musicales y de deportes y la radio comienza a ir abriéndose a los hogares de cada vez más ciudades y alrededores.

Una de las pruebas de este control institucionalizado del medio radiofónico es un documento del museo que reza: "Delegación de Orden Público de Oviedo y su Partido" firmada por el Comandante Delegado de la ciudad y en la que acredita el uso legítimo del aparato radiofónico por parte de uno de los vecinos, siempre y cuando esté al tanto de la licencia expedida por el Centro de Telégrafos. El escrito está fechado en 1938.

El despegue definitivo de la radio española llegó en la década de los 70, en consonancia con el crecimiento de la economía en España, la caída de los precios de los ejemplares radiofónicos y la popularización de los transistores.

De su colección de radios, Fombona dijo que "se había convertido un poco en su 'hobbie'", aunque aseguró que "las doné para que se pudieran ir expandiendo de cara al público".

Algunos de los prototipos más especiales de este espacio dedicado al mundo de la radio son: el Receptor 930 A. y C. "Pentedino, Receptor 730 A. Standard (ondas cortas y largas), Receptor 730 A. Modelo de lujo (ondas cortas y largas), Radiógrafo 870 A. y C. (ondas cortas y largs) o la B2E 48T Cordles.

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