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Las barbas también son para el verano

Los rostros sin afeitar, sinónimo de rock and roll, cerveza y tatuajes, dan paso ahora a la moda del bigote y la perilla fina

Las barbas también son para el verano

¿Han pasado las barbas de moda? Esa es la gran pregunta que se hicieron ya en 2014 científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia. Para comprobar si realmente esa hipótesis era válida, realizaron un experimento en el que buscaban saber si efectivamente habíamos llegado al llamado "peak beard" o pico de barba, un hecho que se da de forma consecuente a lo largo de la historia.

Este "peak beard" viene producido porque cuanta más gente tiene barba, menos atractiva se vuelve. Es decir, cuando se pone de moda llevar barba, todo el mundo comienza a dejar crecer su vello facial, lo que provoca que ya no destaque sobre la mayoría, sino que sea, simple y llanamente, uno más de tantos.

Para comprobar su teoría, los científicos realizaron un experimento en el que preguntaban a la gente qué les parecía más atractivo en una serie de personas, si aquellos que llevaban barba o aquellos que no. Los resultados fueron clarificadores: los hombres barbudos eran tomados como los más atractivos cuando se encontraban rodeados de una mayoría de hombres lampiños. Sin embargo, estos datos se daban de igual medida a la inversa. Es decir, aquellos que iban perfectamente afeitados se convertían en el foco de mayor atractivo cuando estaban rodeados de barbas.

Esta teoría, se podría ver confirmada por otra que respalda que en épocas de crisis económica, el boom de la barba aumenta. De un lado, los hombres se dejan crecer vello en la cara para aumentar con él su autoestima, sentirse más masculinos. De otro, entendiendo la barba como un dimorfismo sexual (es decir, una diferenciación externa clara entre el sexo masculino y femenino de las especies), en épocas donde los hombres no pueden echar mano de maniobras superficiales para acercarse al sexo opuesto, como podría ser presumir de opulencia monetaria, utilizan esta táctica, tal como un pavo real podría extender sus plumas o un ciervo alardear de sus cuernos.

Para confirmar o desmentir estas teorías LA NUEVA ESPAÑA consultó a unos de los especialistas asturianos en barbas, Diego Chamorro, propietario de la "barber shop" del mismo nombre. Para él, "la barba es casi una forma de vida. Barba, rock and roll, cerveza, tatuajes, motos... ¿qué más se puede pedir?", aunque reconoce que es cierto que hay gente que cada vez opta más por quitársela, o se decanta por otros tipos de vello facial, como los bigotes o las perillas finas.

"Antes no había productos para cuidarla, a la gente le molestaba y se la quitaba, Ahora eso ya no tiene por qué pasar. De hecho, mucha gente comenzó a dejarse barba como moda y se ha fidelizado", recalca Chamorro. "Nosotros no hemos inventado nada", comenta el barbero, "el oficio de la barbería es antiquísimo. No es una cuestión de moda, es un resurgir".

Las barbas son útiles. Esconden rasgos vergonzosos, refuerzan un buen perfil, transforman, dan un aire de interesante. Las multinacionales son más que conscientes de esto: existen ceras, champús, acondicionadores y peines para cada tipo de barba y corte. "Yo utilizo un acondicionador de barba que huele a limón", afirma David, un joven avilesino de 25 años. Aunque David no entiende muy bien esta nueva fiebre barbuda, se amolda con perfección a su papel.

Porque ser barbudo es casi un estilo de vida; automáticamente uno se convierte en un tipo más interesante. Una buena barba rodea a quien la luce de un aura de no sé qué, un halo de misterio. Como si de golpe uno se convirtiera en un tipo duro. David no tiene dudas. "La barba le queda bien a todo el mundo, te da como un toque más de madurez", aclara. Jonathan Godínez, que también cuenta con 25 primaveras, opina parecido. "Suelen ser útiles para taparte la cara si quieres esconder algo".

Pero el camino hacia una barba atractiva está lleno de obstáculos. No vale cualquier barba. "Como te descuides, pareces un desaliñado", afirma David. El avilesino acude con cierta frecuencia a su hombre de confianza en Corvera, que le ayuda a mantener una barba refinada y a la moda. "Mi peluquero me arregla la barba y me corta el pelo, para que una cosa no desentone con la otra". Él conoce a otros compañeros que se toman muy en serio esto de ser barbudo. "Hay chavales que se echan cera, para que brille, y se la peinan a diario para que esté siempre lisa y suave", afirma.

Detrás de todas estas cuestiones se esconde la inevitable pregunta: ¿con barba se liga más? David dice que depende. "Si te queda mal, no, pero como suele quedar bien... pues sí, la verdad". Jonathan tampoco se decanta por una respuesta clara con lo de ligar. "Hay chicas que los prefieren afeitados y otras con barba. Pero a mí creo que me ayuda". Godínez lleva más de 10 años sin afeitarse y no tiene pensado empezar a hacerlo. Su estilo es más libertino: no tiene ningún acondicionador con olor a cítricos. "No le echo nada, la verdad, no creo que me haga falta".

Pol Campmany tiene 27 años y es de Barcelona, surfero de visita en Gijón. Tiene barba desde la pubertad, la cual se dejó "por comodidad y porque tengo la piel sensible". Algún día como experimento puede que se afeite, pero por ahora no, "se liga mucho más".

Iván Lanza, de 36 años y nacido en Gijón, tiene barba desde hace dos años, momento en que decidió dejársela por comodidad. La costumbre de arreglársela llegó algo más tarde, cuando "la moda hipster empezó a cobrar protagonismo", explica el joven. Para mantener la barba de manera apropiada, este gijonés va una vez al mes a la barbería. En su casa, tarda aproximadamente cinco minutos en el proceso que transcurre entre el lavado, cepillado y el detalle de la cera final. Por ahora no tiene pensado afeitarse, pero en un futuro probablemente sí. Diego Chamorro lo tiene claro: "La barba no va a morir nunca! Los que se afeitan por moda no son auténticos barbudos".

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