Actriz y cantante de una dilatada trayectoria profesional que inició a los 16 años, Leonor Watling (Madrid, 1975), acumula ya un cuarto de siglo sobre las tablas, en el que le ha dado tiempo a colaborar en series como "Farmacia de Guardia", trabajar con algunos de los directores más populares de España o con artistas como Miguel Bosé. La semana que viene cumplirá 41 años y seguirá haciendo lo que más le gusta: poner voz a "Marlango", el grupo que forma con Alejandro Pelayo -pianista del tándem- desde 1998 y que mañana viernes actua en el Jardín Botánico, con todas las entradas ya vendidas. No será la primera vez que toquen en suelo gijonés, aunque en esta ocasión lo harán sin Óscar Ybarra, residente en Gijón, por motivos profesionales. Pese a ello, la ilusión es algo que, dice, nunca debe faltar.

-¿Cómo se adapta un grupo de música a las necesidades de la industria en un período tan convulso para el mundo del arte?

-Desde el principio, "Marlango" ha sido mucho más de lo que nos esperábamos, y hacemos esto porque es una necesidad, porque nos gusta mucho y porque necesitamos hacerlo. Lo haríamos igual aunque estuviese prohibido o tuviéramos que tocar en algún local clandestino. Desde siempre la industria musical ha estado en crisis, yo me acuerdo cuando sacamos el primer disco que la gente nos decía: "Estáis locos, la industria está fatal", y eso fue hace doce años. Siempre ha estado en crisis. En nuestro caso, "Marlango" surge del piano y la voz y cuando podemos vamos con muchos más músicos, incluso en otros formatos. Cuando por el espacio o la propuesta nos parece que va a ser más bonito piano y voz únicamente, como en el Botánico mañana viernes, solo vamos piano y voz.

-En octubre hará dos años del lanzamiento de vuestro último álbum, "El Porvenir". ¿Qué tal acogida tuvo? ¿Se ha notado la crisis?

-No me parece que tenga tanto que ver con la crisis. Me parece que tiene más que ver con el disco que haces, con la música que haces. El público sí que cambia un poco dependiendo de la música que hagas y de la propuesta que tengas.

-¿En qué diría que ha cambiado la Leonor de "Jardines Colgantes", hace más de 20 años, hasta hoy?

-Tengo 40 años, espero que hayan cambiado muchas cosas. Que haya aprendido de lo que me haya pasado. Yo creo que lo mejor que te puede pasar es que cambies y que estés vivo, en el buen sentido de la palabra. No sé exactamente en qué habré cambiado, porque es complicado analizarlo así a bote pronto, pero espero que mucho.

-Una anécdota que hay sobre su primera participación en los Premios Goya, allá por 1998, es que el vestido lo eligió y compró usted.

-Ha cambiado mucho el mundo, en ese sentido, para los actores. No había estilistas antes, no había muchas alfombras rojas. Cada uno iba vestido con su ropa, o sea que en ese sentido la industria de la moda ha entrado muy fuerte en el cine y eso ha cambiado mucho todo.

-De pequeña tuvo una lesión de rodilla que le impidió continuar bailando, ¿cree que habría sido bailarina de no ser por ese accidente?

-No, no. Es de esas historias que se cuentan porque cuando empiezas se tiene que contar algo de ti. Son de esas cosas que van pasando de año en año, pero la realidad es que yo nunca hubiera sido bailarina. Yo quise dejar mi carrera prometedora en el baile para dedicarme a otra cosa.

-¿Qué anécdota resaltaría de su dilatada carrera como artista?

-Me han pasado cosas tan alucinantes y tan maravillosas que empiezas a contar anécdotas hasta que pasan de mil y se convierten en tu día a día. Yo creo que de las cosas más maravillosas que nos han pasado es cantar a Chavela Vargas, tocar en Japón, hacer giras por Alemania. Nos han pasado cosas increíbles, la verdad.

-Uno de los ilustres artistas con los que ha trabajado es con Miguel Bosé, ¿qué le aportó?

-Miguel es maravilloso. Es muy generoso. Colaboramos con él cuando me llamó para participar en su disco y nosotros le llamamos a él para cantar en una canción que se llama "Dance! Dance! Dance!". En México coincidimos y fue precioso, se vino a cantar con nosotros. Es como tener un padrino que te agarra de la mano y te cuida. Algo estamos haciendo bien si tenemos amigos con tanto talento que vienen a tocar con nosotros cuando vamos por ahí.

-¿Le queda cuerda para rato a 'Marlango'?

-En realidad depende mucho de Alejandro y de mí. O sea, ¿qué ocurre cuando Alejandro se sienta al piano y yo abro los cuadernos? Seguimos teniendo cosas que contarnos. Yo creo que eso es lo que marca el ritmo de "Marlango". Ahora Alejandro está terminando de grabar un disco precioso que ha hecho de piano y sí, seguimos con ganas de comunicarnos a través del piano y las letras.

-¿Qué recuerdos guarda de sus visitas a Gijón?

-Hemos tenido muchos y Óscar (Ybarra), que ahora está en Miami y lo echamos mucho de menos, vivía en Gijón, así que siempre eran visitas muy celebradas y divertidas y hemos tocado muchas veces en la Laboral, en las fiestas. Siempre han sido momentos de mucha celebración y de comer muchísimo.

-¿Cómo es una familia con dos hijos y unos padres artistas (Leonor Watling está casada con Jorge Drexler), con una profesión diferente a la de los demás?

-Pues la verdad es que no sé comparar porque para nosotros es lo normal. Con normalidad, con cariño y esto es a lo que nos dedicamos. Este es un trabajo maravilloso, muy duro que tiene cosas preciosas y maravillosas, tiene algunas malas como las ataduras de calendario, pero no creo que sea más complicado que la organización de cualquier otra familia.