El IV Festival de Flamenco en Asturias, que este año lleva por título "Los flamencos cantan a Morente", tiene mañana domingo su gran gala en el Jovellanos. Y en ella se podrá ver y oir a José Enrique "Kiki" Morente, hijo del inolvidable cantaor y la bailaora Aurora Carbonell, guitarrista y compositor, que se inició en el mundo artístico acompañando a su padre y su hermana Estrella Morente y a hora, con 22 años, vuela solo por el territorio del flamenco.

-¿Lo de tener un padre "maestro" ayuda o supone una presión añadida?

-Las dos cosas. Por una parte es una responsabilidad porque te da una presión y un punto de mira distinto, pero por otra parte es la mejor ayuda que puedo tener y es un privilegio formar parte de esta familia de artistas.

-Tenía la costumbre de no dejar a su padre acudir a sus conciertos, ¿tanto le incomodaba su presencia?

-Bueno, más o menos sí. También era más joven y me daba algo de vergüenza, un poco de respeto. Aunque luego él se escapaba y siempre estaba por cualquier esquina donde tocábamos, pero sí es verdad que en mis inicios me daba vértigo que fuese, por el respeto que me producía.

-¿Se plantea seguir toda la vida en el mundo del flamenco?

-De momento estoy intentando aficionarme a lo mío, gustarme en esto y aprender cada día más. Después, cuando tengamos la lección aprendida y el pescado vendido pues ¿por qué no? Me gusta todo tipo de música.

-¿Es la primera vez que viene a Gijón?

-He estado un par de veces con mi hermana realizando nuestro elenco flamenco, aunque en solitario es la primera vez.

-En Asturias el flamenco no tiene el arraigo de Andalucía, ¿forma parte de su labor contribuir a extenderlo por toda España?

-Sí, forma parte de eso, pero como de todos los flamencos. Yo creo que todos tenemos la labor de intentar llevar el flamenco hasta donde podamos, sobre todo por nuestro país. Y más en Asturias, que yo creo que aunque no sea una comunidad autónoma muy flamenca tiene un público que sí es muy aficionado.

-¿Se planteó dejar el flamenco tras la muerte de su padre?

-No me planteé dejarlo porque es lo que nos ha dejado él y es con lo que comemos y nos ganamos el pan en mi casa. Pero claro que lo pasé muy mal y fue un bajón, porque él era mi referencia y mi maestro. Era como el agua que te lleva por el río y todo fue muy complicado. Pero estamos muy orgullosos del legado que nos ha dejado.

-¿Qué opina de la polémica en torno a la tauromaquia y lo sucedido con Víctor Barrio?

-La verdad que soy un gran aficionado al mundo del toro, tengo el privilegio de tener a un maestro en casa -su cuñado es el matador Javier Conde- y cada día siento que me gusta más. Lo que ha pasado con el maestro Víctor Barrio es una pena para el mundo del arte, hacía tiempo que no pasaba algo así y ha sido un palo muy duro. Víctor demostró su valentía al arriesgar su vida en el ruedo en un momento tan difícil para el mundo del toro con tanto antitaurino.

-¿Cómo animaría a alguien a que comenzase a escuchar flamenco?

-Le direía que le dé la oportunidad siempre a regalar su oído, porque no existe la música mala mientras esté bien hecha y el que tenga un poco de gusto y buen paladar que preste atención, porque yo creo que es una música maravillosa y que no se la tendrían que perder.