"Si somos un referente de turismo a nivel nacional es, en gran parte, gracias a estos pastores y su trabajo". Con esas palabras tocaba a su fin el discurso de José Manuel González Castro, alcalde de Cangas de Onís: una frase que pone en valía una tradición de un valor inestimable, que cada 25 de julio festeja su mayor celebración con la Fiesta del Pastor, en Vega de Enol.

En el idílico paisaje de los Lagos de Covadonga, las gentes del lugar llevan a cabo este "encuentro para celebrar la cultura pastoril", como explican desde el ayuntamiento cangués. "Es un día para demostrar las cualidades físicas del pastor", enfatizan en el municipio, refrendando que "la pastoril es una profesión en la que una forma física idónea es indispensable".

De ahí que, en esta "Romería cerca del cielo", como se denomina tradicionalmente, se realicen tres pruebas deportivas que hagan relucir estas aptitudes. La mañana comienza con la subida a la porra del Enol, una carrera de montaña de poca duración pero con una pendiente inmisericorde para los participantes. Terminado este recorrido, que dura no más de quince minutos, y en el que participan personas de todas las edades y sexos, da comienzo la segunda prueba, una carrera a caballo de algo más de un kilómetro de longitud, por los pastos de la vega, en la que los equinos son los protagonistas.

Pasado el mediodía llegó el plato fuerte de la jornada, con la competición de tiro de cuerda, en la que los hombres dan prueba de su vigor y resistencia. A fin de cuentas, es una fiesta "para ensalzar la amistad y la celebración, pero también para competir, siempre de forma sana", recuerdan. Los festejos deportivos se acompañan de juegos infantiles inspirados en la tradición pastoril asturiana, todo ello rodeado de un ambiente festivo ensalzado por los bailes y la música de la Agrupación Folclórica Picos de Europa y aliñado por la exposición y cata de elaboradores de queso gamoneu.

Más allá de estas actividades, la romería sirve para que se reúna el Consejo de Pastores, un órgano consultivo formado por un pastor de cada uno de los doce distritos existentes. Este Consejo reparte cada año los pastos de forma equitativa, además de elegir al Regidor de Pastos, el cargo de mayor rango, que este año recayó, por duodécima vez en la figura de José Antonio García Álvarez, quien aseguró que este será su último año en el cargo, ya que "el Consejo de Pastores necesita una renovación".

La fiesta se completó con la elección de la pastorina y sus damas, y el título de Pastora y Pastor de Honor, que recayeron en Esperanza Blanco y Fidel Cuenco respectivamente, como premio a una vida dedicada a esta actividad. Fue precisamente Cuenco quien dio el llamado de atención, con la seguridad que da la veteranía, al afirmar que "no es que esta tradición se pierda, es que la están echando a perder", en alusión a la administración, de la que dijo que "debe recaer sobre aquellos que sepan del tema, no sobre los que estudien detrás de una mesa".