Hace unos años lucía gordita, con psoriasis y complejos hasta que, con el ánimo de su familia, la gijonesa Silvia Rodríguez logró perder 30 kilos y convertirse en "Miss España" mayor de 40 años. Un título que le ha dado el pasaporte para representar a su país en el certamen europeo que en octubre se celebrará en Rusia.

Nada más esculpir su figura se apuró a hacer unas fotos para lucir el nuevo aspecto y gracias a su naturalidad y unas dotes innatas para posar frente a la cámara cautivó al fotógrafo, que vio en ella proyección como modelo al punto de presentarle a gente para que diera el paso.

Ahí comenzó su inmersión en el mundillo, donde es clave el apoyo de su hija menor, Alicia, de 9 años. Cuando Silvia estrenó sus espléndidos 40 años comenzó una nueva vida entre bastidores con el maquillaje y prendas para lucir en una pasarela que la llevó a un sorpresivo cambio de rumbo. "Nunca pensé que esto me podía pasar a mí", reconoce casi entre lágrimas al relatar el giro que dio su vida. Fue un logro que debe combinar con ser madre de tres niños adolescentes, su trabajo de administrativa y una dieta rigurosa que la ayuda a mantener la línea para aceptar cualquier ofrecimiento de desfile o promoción de tiendas en Asturias.

Hace un año que viajó a Benalmádena, Málaga, tras enterarse en la peluquería que existía este certamen de "Miss España" para mayores de 30 y 40 años. Mandó unas fotos a la organización y la inscribieron sin dudar, a un mes del concurso y sorprendidos por su potencial. Silvia tenía aún más sorpresas guardadas.

Tras los desfiles con los atuendos típicos, trajes de fiesta o de novia, una de las pruebas era mostrar alguna aptitud diferente. Cuando el resto de competidoras optó por los ampulosos bailes y canciones, Silvia, ni corta ni perezosa, se enfundó su montera picona y de la maleta sacó dos botellas de sidra para escanciar diez culetes al jurado mientras de fondo se oía la voz de Vicente Díaz entonando "Qué tien esta sidrina".

Ahora el futuro pasa por el concurso de belleza de Moscú y, a sabiendas de que si le preguntan por Rusia ya está manido responder que es un país con muy buena gente, optará por bailar una samba para calentar la gélida idiosincrasia moscovita, que a buen seguro sonreirá con la belleza asturiana de Silvia. Aunque no haya sidra.