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"Es la mejor fiesta"

"La mejor fiesta que habían visto en su vida". Así describieron Las Piraguas los amigos de la sevillana Andrea Fernández, de 22 años, quien ayer aterrizó en Ribadesella después de años deseando vivirla de primera mano. Con Fernández hicieron "entre ocho y diez horas de coche" otras 37 personas, un gran grupo que ayer por la tarde ya tenía instaladas las cuatro carpas bajo las que vivirán la celebración. Para algunos ya era el segundo y tercer año, y de ediciones anteriores aprendieron que en el Sella hace falta "una silla por persona", bromeó Carlos Hernández antes de seguir enumerando "el pantalón largo, la sudadera y el chubasquero", pues el verano asturiano no es ni parecido al sevillano. La acampada riosellana, que después de varios años ha vuelto a abrir sus puertas el miércoles en lugar del jueves, es una de las mejoras que Edelwaiss Monreal ha notado desde Les Piragües que vivió hace treinta años. "Era todo medio callando, dormíamos en la playa pero como se podía. Te metías en el saco y esperabas que nadie te dijera nada", explicó la madrileña, quien llevó a sus cuatro sobrinos (de Madrid, Tenerife y Asturias) hasta el prau San Juan para ayudarlos a instalarse. "Las instituciones han asumido una realidad que antes era salvaje. Pasaba lo mismo, pero era escondido. La diferencia es brutal".

Algo que no debe haber cambiado es la interacción entre "selleros" y para potenciarla los riojanos Rubén Pedrero, Íñigo Martín y Rafael Establie desplegaron ayer por segundo año una bandera de su comunidad junto al toldo que les protegerá de la eventual lluvia. "Sirve para ligar. Como nadie sabe de dónde es la bandera, con la excusa empiezas a hablar", bromeaba ayer este grupo, el primero en pisar la acampada.

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