Con clásicos insustituibles, como el "Gijón del alma" entonado por Víctor de Cimadevilla, o el "Asturias, patria querida" saliendo del alma de todos los romeros; con las gaitas como único sonido instrumental, y con un sol de justicia que por momentos resultaba inclemente, la villa gijonesa celebró ayer el Día de Asturias con cientos de personas apostadas en el Cerro de Santa Catalina. "Para un asturiano esto es lo más grande", declaraban algunos de los que se adecuaron en vestimenta, actitud y energía para la fiesta.

Desde hace más de sesenta años, Gijón guarda el primer domingo de agosto para celebrar este festejo, que como más se disfruta es en compañía: de la familia o en grupo, como demostraba la reunión organizada para el caso con trece asociaciones folclóricas: Azabache, el Grupo Covadonga, El Xolgoriu, Excelsior, Flor de Xaranzaina, Jovellanos, La Alegría, Los Xustos, Xiringüelu, Los Collacios y Na Señardá, además de las bandas de gaitas Noega de Gijón y Villa de Xixón. Bien temprano María José González, del Grupo de Cultura Covadonga, estaba dispuesta en Cimadevilla para hacer de porteadora con el ramo que su grupo iba a llevar hasta el Cerro, para después disfrutar de una comida de hermandad y "de la música asturiana", contaba. En el caso de María y Fina Soto, dos hermanas gijonesas, confesaban que "venimos por nuestra cuenta porque hacía muchos años que no disfrutábamos del Día de Asturias in situ, y aunque la salud no esté para demasiados sustos, la ocasión lo merece". Y sin pensarlo dos veces, María Soto subió al Cerro de Santa Catalina en muletas: "Lo difícil será bajar, pero lo haré aunque sea rodando", decía entre risas. A los gijoneses y otros asturianos se sumaron incluso turistas españoles y extranjeros. Así lo confirmaba con su presencia una familia catalana y una pareja de ingleses. Y ni las mascotas más fieles quisieron perderse este día y acompañaron a sus familias a la 'fiesta de prau' de Gijón.

Pese a los 30 grados que marcaban los termómetros, algo que a muchos se les hacía difícil de soportar enfundados como estaban en los trajes de asturianos, nadie quiso perderse "el día más grande de Gijón", como lo calificaba Catalina Murillo, del grupo Xiringüelu, quien confesó que la jornada de ayer "la vivo desde siempre con mucha alegría y con mucho humor, a pesar de que soy la más mayor de mi grupo".

Con la danza Prima, el baile más fraternal del repertorio asturiano, se animaron a bailar, pasín p'lante, pasín p'atrás todos los asistentes, con "La molinera trilla, trilla" como banda sonora. "Llevamos toda la vida bailando en diferentes grupos", reconocían Lorena Rodríguez y Silvia Menéndez, del grupo "Xiringüelu", una orgullosa madre que vistió por primera vez de asturiana a su hija Carlota Bueno, que en breve cumplirá dos años, y que ya ha vivido su segundo Día de Asturias porque "pertenece al grupo desde que nació".

Además de saborear la sidra, disfrutar de las empanadas hechas para comer en el 'prau' y bailar al son de la gaita, el día también estaba pensado para ayudar a los que más lo necesitan. Así, el dinero recaudado en la puja de los ramos, porque había muchos, irá destinado a la Cocina Económica, el comedor social de Gijón. Y Gijón demostró que la generosidad puede llegar a personificarse, porque hubo quien llegó a subir su propia oferta en la puja, para que la recaudación fuera un poco mayor. Pilar Blanco, una de las asturianas que consiguió llevarse un pan de los que integraban los ramos, consideró "preciosa la iniciativa; todo lo que sea ayudar a los que lo necesitan está bien hecho". Los asturianos presentes en el acto debieron pensar como Pilar, pues la 60ª edición del Día de Asturias en Gijón fue el año en el que más dinero se recaudó: 508 euros. Además, no con un fin benéfico, pero sí cultural, todo el dinero que se pensaba recaudar con la venta de sidra iba a destinarse a la comisión de fiestas de Cimavilla, como anfitriones del acto.

La fiesta continuó con ejercicios de deporte orientados especialmente para los niños, talleres de danza organizados por los grupos folclóricos participantes? Y premios. Como los que se llevaron -José Oliver, el grupo infantil de la Alegría y Los Playos, por presentar las meriendas "más prestosas" y mejor engalanadas de todas las que se pudieron ver y oler en el Cerro Santa Catalina.

Y así hasta culminar un día en el que esta ciudad, que "tiene magia y tiene encantos, tiene embrujos y alegrías, tiene marcha por el puerto y por la calle Corrida" sigue siendo ese "Gijón de ensueño" que todo gijonés "lleva muy dentro de mis entrañas", como seguían cantando todos, al hilo de los estribillos de Víctor el de Cimadevilla.

El Día de Asturias 2016 finalizó mientras los gijoneses pensaban ya en cómo será el del próximo año. De momento, podrán mantener un precioso recuerdo de la jornada de ayer en el que hasta el sol acompañó. Un día en el que había bebés que, sin ser del todo conscientes ya se estaban entregando a la tierra que les vio nacer; una cantidad considerable de niñas que presumían del traje que portaban y unos niños que, aunque no acababan de verse con los zapatos y el gorro propios de su traje, terminaban llevándolo con orgullo; centenares de adultos a los que se les escapaba una sonrisa al ver a sus hijos vivir el Día de Asturias en primera persona. Y los más veteranos, que enseñaban con maestría a los que tenían menos edad qué era aquello de la Danza Prima, olvidándose por unas horas de la fecha de nacimiento que indica su DNI y disfrutando del 'prau' como cuando eran 'guajes'.