Son más de las siete de la tarde y el histórico café Dindurra rebosa, pero lo que no saben los gijoneses es que algo grande está a punto de suceder. Empiezan a sonar las teclas de un piano y las conversaciones se apagan para poder prestar completa atención a una voz extraordinaria que empieza a escucharse, lejana. La gente, consciente de que está viviendo un "momento privilegiado", mira con asombro al segundo piso, donde la contralto argentina Verónica Cano entona con precisión "Mon coeur s'ouvre à ta voix" (Mi corazón se abre ante tu voz).

Es una de las integrantes del International Opera Studio, la particular escuela de verano pionera en España que forma a futuros prodigios del mundo de la ópera y que presentará en los próximos días 3 y 4 de septiembre "Un ballo in maschera" (Un baile de máscaras), de Verdi. Con motivo de esta actuación llevaron a cabo ayer la original iniciativa; un "flashmob" que reunió a varios de los integrantes del elenco en una actuación de aspecto improvisado.

Repartidos por el local, los cantantes esperaban su turno para actuar mezclados entre el resto de clientes, como unos gijoneses más. Tras unos minutos, la sensación de desconcierto inicial se convirtió en auténtica admiración por lo que estaban presenciando y la ópera se hizo con el café, poniendo los pelos de punta a todos los que tuvieron la suerte de estar en el momento y lugar adecuados. Después de la primera actuación, el piano volvió a sonar y la voz de Juan Font, el barítono argentino, resonó con fuerza, pillando desprevenidos a los que se encontraban cerca de él.

Los presentes, que pasaron de clientes a impresionados espectadores en cuestión de segundos, no daban crédito. "Menudo privilegio hemos tenido al poder escuchar algo así en directo", contaba sin salir de su asombro Olga Gaitero, una ovetense residente en Madrid que había acudido al local junto a su hermana. "Es increíble cómo llevan la ópera al pueblo. Antes esto solo era para millonarios, pero ahora prácticamente todos podemos disfrutar de ello", añadió con alegría.

Y eso es exactamente lo que pretenden sus organizadores. "Hacemos esto para que la gente nos conozca, para que se animen a venir a la ópera. Los precios son populares porque lo que queremos es que sepan que estamos aquí, y que estamos encantados de que vengan a escucharnos", explica José Gómez, director musical de las dos producciones que se estrenan esta temporada estival en Gijón. La anterior, celebrada en julio, fue "La Sonnambula" y se acogió con mucho cariño; un éxito que se espera continuar en esta segunda fase y que, tras lo de ayer, parece más que probable.

Los jóvenes integrantes de la escuela, ocho para la primera producción y diez para la segunda, fueron elegidos de entre 150 aspirantes procedentes de 21 países distintos, en un proceso de selección "muy arduo", según confesó Gómez. La actuación de ayer, que se había presentado de forma similar el verano pasado, tuvo como protagonistas a seis de esos participantes. Junto a los argentinos actuaron las madrileñas Inés Ballesteros y Natalia Labourdette, la americana Charis Peden, el uruguayo Sebastián Ferrada y, al piano, el también madrileño Omar Sánchez.

"Lo hicimos el año pasado en este mismo café y tuvo tanto éxito que lo repetimos varias veces. A la gente le encantó, tuvo una acogida maravillosa", explica José María Aguirre, otro de los organizadores. "Lo bueno de este sitio es que, además de ser un local muy concurrido, está al lado del Teatro Jovellanos donde actuamos nosotros. Además, el centro de Gijón es un sitio precioso para hacer algo así", añade Aguirre. La iniciativa también fue muy bien recibida por parte de la gerencia del Dindurra. "Cuando nos propusieron esta idea tan original aceptamos sin dudarlo, además nosotros estamos encantados de colaborar con todo tipo de actividades culturales y lo que conllevan", explica uno de los responsables del Grupo Gavia, que mantiene viva la centenaria historia del Café Dindurra desde hace ya casi dos años.

La representación duró alrededor de 40 minutos, con un total de diez actuaciones, pero a los asistentes les supo a poco. "Me vibra el corazón", decía emocionado el joven poeta Ángel Zero que pocas semanas atrás empapeló Gijón con sus versos. "No es solo la voz, son también los gestos, su manera de transmitir", explicó. El gijonés había acudido con su amiga Elena Mateos, de 22 años, pero a ellos no les pilló demasiado por sorpresa. "Un amigo que sabía que iban a hacer esto nos recomendó que vinieramos, así que no quisimos perdérnoslo", explicaron ayer. Pero a pesar de saber lo que iba a ocurrir, los jóvenes gijoneses se vieron sorprendidos por la pasión que le pusieron todos sus protagonistas.

La última actuación, de la mano de Sebastián Ferrada, fue una de las más aplaudidas ya que los presentes se arrancaron a cantar el "A beber" de la obra lírica española "Marina", compuesta por Emilio Arrieta. El público, que en su mayor parte se sabía la letra de la pieza, disfrutó cantando junto al uruguayo, que les animababa desde dentro de la barra del bar en una divertida escena.

Por suerte para los que se quedaron prendados de sus voces, no habrá que esperar hasta septiembre para volver a escucharlas. El próximo 21 de agosto el International Opera Studio organiza un concierto en Laboral Ciudad de la Cultura, donde además de los cantantes estará presente una orquesta creada con motivo de esta segunda producción, con grandes músicos de distintas partes del mundo. Para el "Baile de máscaras" ya están ultimándose los detalles, para que todo salga a pedir de boca y el público gijonés pueda volver a disfrutar de una actuación de primera en el Teatro Jovellanos de Gijón, como hicieron ayer en pleno centro de la ciudad, en uno de sus locales legendarios.