Si algo quedó claro en la madrugada del domingo en Luanco es que "el carnaval es de la gente". Eso y que, además, puede transcurrir sin altercados. Pese a la incertidumbre y la expectación creada en las semanas previas a la fiesta por las fuertes medidas de seguridad anunciadas por el Alcalde, quedó patente que éstas no sólo no deslucieron el Antroxu, sino que lo mejoraron. Buena cuenta de ello es que los técnicos sanitarios realizaron un total de 42 asistencias (21 de ellas a menores) y sólo tres personas tuvieron que ser evacuadas; mientras que los miles de personas que tomaron la capital gozoniega disfrutaron en paz, un año más, de la folixa.

El dispositivo de seguridad puesto en marcha por el regidor, Jorge Suárez, centró sus esfuerzos en reforzar las medidas preventivas en la estación de autobuses, derivar a la zona del entorno de Miramar los autocares que realizaron servicios discrecionales a la fiesta, exigir un seguro de responsabilidad civil, acotar las calles por las que podían transitar las carrozas y limitar el horario de música amplificada en los bares. Además, y como ya sucediera el año pasado, en el parque Zapardel se instalaron dos hospitales de campaña. "Estoy muy satisfecho con el resultado. Aunque todo es mejorable, hemos conseguido que la gente disfrutase de la fiesta y que todo transcurriese en un ambiente agradable. sin grandes incidentes", aseguró ayer Suárez, tras el Antroxu.

Lo que no pudieron frenar esas medidas fue el botellón. Miles de jóvenes -adolescentes en su mayoría- se concentraron en las inmediaciones del parque Zapardel y el polideportivo, para darse a la bebida en la mayoría de los casos. Los chavales, la mayoría disfrazados, bebieron alcohol hasta bien entrada la madrugada en el entorno del edificio Nautilus. Mientras la juventud se concentraba en torno al "botellón", las calles del centro de Luanco eran tomadas por millares de espontáneos que, con disfraces de lo más variopintos, dieron la nota -también de color- en el Antroxu estival por antonomasia.

En familia, con amigos o en peñas. Todo valió para disfrazar la popular fiesta. "Las medidas de seguridad están muy bien. Por este motivo tuvimos menos tiempo para construir la carroza, pero el esfuerzo mereció la pena", aseguró Cristina Fernández, de la peña "Son-Risas", a bordo de su camión de bomberos. Algo más crítico con los nuevos requerimientos municipales, Pablo Artime, de la peña "Les Xardes" lamentó "tener que hacer mil papeles para sacar un carromato". Eso sí, pese a todo, los miembros de este Oktoberfest ambulante disfrutaron de "la mejor noche" de Luanco por todo lo alto.

La fiesta se prolongó por las calles y bares de Luanco hasta altas horas de la madrugada. Todo el mundo disfrutó de esta peculiar fiesta que, año tras año, va camino de convertirse en un referente en el verano asturiano.