La locura Pokémon, que desembarcó en aguas asturianas hace ya más de un mes, conquistó ayer el recinto gijonés del Pueblo de Asturias en una original jornada con gimkanas, deportes y mucho "buen rollo". Lo más llamativo fueron, sin duda, las Olimpiadas que se organizaron en el museo, dentro del programa de la Feria Internacional de Muestras. Eran las cinco de la tarde y, a pesar de que el sol, perezoso, no conseguía asomarse tras las nubes, alrededor de 300 inscritos se agolpaban a las puertas de la Feria para demostrar sus capacidades y lograr así alguno de los 47 premios que se repartirían al final de la jornada. Pero el objetivo, aseguraron todos, era pasárselo bien.

"Venimos a conocer gente a la que le gusten las mismas cosas que a nosotros, los premios son secundarios", aseguró Lucía Bernardo. Esta gijonesa de 15 años llegó al recinto con varios amigos, que contaron como gracias a la aplicación habían hecho varios amigos, "y enemigos", como bromeó uno de ellos. Miguel Álvarez, otro de los jóvenes que participaron en la original iniciativa, aseguró que "es una excusa más para salir de casa. Me parece muy buena idea organizar cosas de este tipo porque es un juego que anima a la gente a caminar y disfrutar de la ciudad".

Ese es precisamente uno de los aspectos positivos más alabados del juego que se ha convertido en un fenómeno mundial y que ha enganchado a millones de fanáticos, más conocidos como "gamers". Aunque está unido a "perpetuar el enganche a los aparatos tecnológicos", como critican algunos, su diseño obliga a los jugadores a salir de casa, a caminar y a explorar la ciudad en busca de nuevos pokémons, algo que no es muy habitual en los videojuegos.

Ligado a esta idea, la Olimpiada Pokémon consistió en siete pruebas físicas que los participantes debían ir superando, entre las que se encontraban el clásico "limbo" o juegos de pelota. Una última prueba en el Salón de Actos puso nombres y apellidos a los tres primeros puestos. Los 'entrenadores Pokémon' se hicieron así con el Pueblo de Asturias, conquistando sus praos y ofreciendo todo un espectáculo a los curiosos.

Muchos participantes eran viejos aficionados de la época de las Game Boys, como Jesús González o Claudia Uría, que llegó al recinto disfrazada de 'Pikachu', la criatura más querida. El gijonés David Menéndez también era fan desde su infancia. Ahora, con 21 años, sigue disfrutando del universo Pokémon. "Suelo ir a las pokequedadas que se hacen en el Cerro, a las que como poco acuden 20 personas", cuenta. "Una de esas veces apareció un 'Blastoise' y éramos como unos cincuenta corriendo para cazarlo. Yo fui uno de los pocos que no lo consiguió", comentó con mucho humor, porque a pesar de su mala suerte aquella noche, Menéndez ya está en el nivel 23.