Mucho antes del restallón, de la danza prima, de los gorros de baberu de Cajastur, de los monocordes y ruidosos aviones, del record de escanciado de sidra y demás hitos del veraneo gijonés ya existía el hipódromo de Las Mestas.

Recuerdo que la primera vez que acudí al recinto lo hice por la entrada del Jai-Alai (mítico lugar de bodas y banquetes en La Guía de mi condiscípulo y amigo Luis Amado) y quedé extasiado al contemplar aquellos militarizados caballos saltando pintureros obstáculos que si eran derribados eran repuestos por soldados rasos. Por aquel tiempo el hípico contaba con monte para las pruebas de caza y era monopolizado por toda la escalilla militar: el alférez Manero, el teniente García-Benavides, el capitán Valenzuela, el comandante Lobo, el teniente coronel Mayor Iglesias?

De aquella había gradas de madera portátiles por gentileza de "Gifesa" y en fin, los civiles, como la señorita Zendrera, con "Sirio"; Manuel Malta da Costa, con "Novelista" y el gran Francisco Goyoaga con "Kif-Kif" ganaban todas las series de boletos color ocre, azul y verde. El locutor era Goyo (al que hoy le sucede el genial Mori) y las apuestas nos hacían ludópatas estacionales. Al hipódromo se iba en perfecto estado de revista, con ropa del paquete (se dejaba algo para estrenar y las damas llevaban abrigos de Piqué) y no como ahora que van de chancles y de lolailos pantalones piratas. ¡Ay!, cuando intentábamos refrescar con la manida pregunta de acercamiento: "¿qué, vas ganando?". En fin, atrás quedan mil y un recuerdos del capitán Santa Pau, con "Rondador" y "Turambey", que vestía uniforme blanco de la guardia de Franco; el señor Riu Mora, con "Pitipum"; Janou Lefèbvre, que ganó el campeonato de Europa de amazonas; el capitán de Fombelle, con "Milandor" y su gorro a lo De Gaulle o el campeonato de altura que ganó el argentino Arrambide con "Chimbote".

Por el cuidado y hermoso césped de la incomparable pista de Las Mestas desfilaron campeones del mundo como el citado Goyoaga, los franceses Pierre Jonquères d'Oriola y Eric Navet, el italiano Raimondo D'Inzeo, los alemanes Hans-Günter Winkler y Franke Sloothaak o el reciente medalla de oro en los Juegos Olímpico de Río de Janeiro, Nick Skelton, de Gran Bretaña.

Es bastante difícil para los de Gijón imaginarse, gracias al general Arroyo que nos lo trajo, un verano sin acudir a la cita con los caballos, que decía mi abuela Ángeles. Yo, al menos, este año seguiré fiel a Las Mestas y por allí me dejaré caer para ver y ser visto según atávica tradición.