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Guadalupe, entre indígenas y asturianos

El abad de Covadonga oficia una misa en la basílica mexicana, cuyos alrededores han sido recuperados para el culto público por una familia procedente de Cangas de Onís

Juan José Tuñón, a la derecha, durante la misa. ANA BUENO

Con 25 millones de visitas al año, es el segundo centro católico que más personas recibe, sólo superado por el Vaticano. Sólo el día de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el 12 de diciembre, pasan por allí más de cinco millones de fieles. Y el la pasada semana, el martes, albergó un acto religioso que lo conectó con el centro de devoción mariana por excelencia de Asturias, la basílica de Covadonga. Pero no es la única vinculación con Asturias de un lugar que, además del sentido religioso, cuenta con otro identitario para todos los mexicanos.

Juan José Tuñón se está despidiendo como abad de Covadonga haciendo historia en México. Ha sido destinado a la parroquia ovetense de San Francisco de Asís, y en la basílica le sustituirá Adolfo Mariño. Pero antes de dejar de ejercer como abad ha cumplido dos hitos: el domingo día25 de junio ofició una misa junto a la Cofradía de Nuestra Señora de Covadonga de Ciudad de México en el templo mexicano de Santo Domingo y al día siguiente protagonizó el primer acto religioso de un abad de Covadonga en la basílica de Guadalupe.

"Que la Virgen María, en sus advocaciones de Guadalupe y Covadonga, nos ayuden a vivir con sencillez y generosidad lo que Jesús nos enseñó". Así terminó Tuñón la misa oficiada en la mastodóntica basílica guadalupana, a los pies del cerro del Tepeyac, donde la historia cuenta que se le apareció la Virgen al indígena Juan Diego. "He oficiado con mucha paz y he disfrutado muchísimo. Ha sido un privilegio por esa conexión entre Guadalupe y Covadonga. De hecho, en el santuario tenemos una imagen de la Virgen de Guadalupe. Hay muchas similitudes, sobre todo en el carácter identitario y tan popular de ambas", recalcó el sacerdote lenense, quien ofició junto a fray Ángel Ruiz, superior general de la Orden de los Siervos de María en México. "Ha sido muy bonito. Esta conexión entre las advocaciones marianas es importante", destacó Ruiz.

Pero hay otra relación, estable y no puntual, entre Guadalupe y Asturias. La que representa la familia Del Valle. Un integrante de la misma, Manuel del Valle, nieto de asturiano de Cangas de Onís emigrado a México, hizo de guía en la visita que el abad de Covadonga realizó previamente al lugar acompañado del empresario asturmexicano Juan Antonio García Ramírez. Manuel del Valle es en la actualidad la cabeza visible del fideicomiso del Cerro del Tepeyac, un instrumento creado para abrir al culto público el lugar, en el norte de la Ciudad de México, donde se sitúan las apariciones de la Virgen al indígena Juan Diego, junto a la actual y la vieja basílica. "Es un honor. Me da mucho gusto que celebre misa en Guadalupe un abad de Covadonga", manifestó Manuel del Valle, cuya familia representa una de las grandes fortunas mexicana, iniciada con la labor empresarial de su abuelo, que se ha ido diversificando. Fue Antonio del Valle, tío de Manuel, quien encabezó la formación del fideicomiso en 1959. En los años anteriores, su familia fue adquiriendo propiedades en el Cerro del Tepeyac, que presentaba "un estado deplorable". Estaba lleno de viviendas e incluso había un basurero. El municipio de Ciudad de México aporto al fideicomiso calles y lugares públicos. La zona se rehabilitó para abrirla al público. De hecho, los beneficiarios del fideicomiso son "los habitantes de la Ciudad de México y sus visitantes". "Nos da mucho orgullo mantener este lugar al servicio de la gente", asegura Manuel del Valle, cuya familia siempre ha combinado su devoción guadalupana con la de Covadonga. "Precisamente la primera fábrica de telas que adquirió mi familia, en Puebla, se llama Covadonga", cuenta orgulloso.

La recuperación del cerro ha sido total. Se han habilitado diferentes espacios de culto, desde una zona para rezar el rosario hasta un lugar, más reciente, dedicado a Cristo Rey. Especial relevancia tiene el sitio conocido como "La Ofrenda", habilitado en 1985. Este monumento "está formado por dos cascadas que forman una fuente al pie del mismo y simbolizan la unión de las razas azteca y española". En la composición hay 17 esculturas: la Virgen de Guadalupe, San Juan Diego, el obispo Zumárraga (a quien Juan Diego tuvo que convencer de la aparición), e indígenas que llevan sus ofrendas. Así, el cerro del Tepeyac, pegado a la basílica de Guadalupe, es paraíso para el culto gracias a la devoción mariana de una familia asturmexicana, también devota de Covadonga en una unión que se puso de manifiesto con la misa oficiada por Juan José Tuñón. Precisamente en un templo -la nueva basílica- cuyo proyecto fue encargado por el propio Antonio del Valle al notable arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, autor también del Estadio Azteca. Guadalupe remite, en cierto modo, a Asturias.

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