"Largo es el arte", dice Ángel González en uno de sus poemas. Y la última edición de la "Semana negra", que conmemoraba los diez años que han pasado desde que la voz del poeta sonara por última vez en el festival veraniego, tenía que cumplir con esta sentencia. Y el arte se ha alargado durante los siete días que han reunido a más de cien escritores, artistas y amigos de la cultura.

Al igual que hizo una cabezuda caricatura de Mariano Rajoy, que se desplazó ayer a Gijón para exigir al gobierno compromiso humanitario con los refugiados, la "Semana negra" se despide de su 30.ª edición. El carácter de este festival literario se ha ido adaptando a los tiempos, pero su espíritu continúa. Aunque las tablas por las que pasaron hitos de la novela negra de la talla de Jean Patrick Manchette acojan ahora a multitud de personalidades de otros campos de la literatura o de la política, el objetivo de que el evento sea un hervidero de debate y un refugio para aquellos que se encuentran un poco perdidos en el ritmo del mundo, continúa presente. Sin embargo, hay quien opina que a la cultura le ha podido el circo lúdico.

Como no podía ser de otra forma, esta última edición deja balances diferentes, aunque con puntos en común, como que la competencia de Metrópoli en los primeros días se notó. "Es el primer año que vengo y, sobre todo, vi mucha gente el último sábado. Pero ha estado muy bien, sin aglomeraciones. Con Metrópoli se notó menos gente pero a partir del domingo empezó a llegar mucha. Creo que deberían aumentar la zona cultural, acordarse un poco más de lo que fue la 'Semana negra'", valora Carlota Lecuona, encargada de la carpa "Visualización del maltrato de la mujer".

En un mismo sentido se expresan Luis Álvarez, Sinda López y Estefanía Álvarez, que estuvieron al cargo del puesto de la librería "Cuatro letras". "A nosotros nos parece que hubo un poquito menos de gente pero igual es una apreciación personal. Al principio, la 'Semana negra' se solapó con Metrópoli y eso se notó bastante. También nos crea un poco de desventaja el Oktoberfest; pero, en general, bien", valoran. Y, al igual que Carolina Lecuona, piden algo más de peso de la parte literaria: "Que traigan más gente, como se hacía otros años, escritores de más renombre, que en ese aspecto esta edición estuvo un poco pobre".

Avelino Arango y Javi Fernández, médico y enfermero, también hacen balance desde la perspectiva que les da su puesto de la Cruz Roja. "Hubo más o menos la misma gente, que es bastante, aunque pasamos algún día más nublado y con lo de Metrópoli igual se notó algo menos. Para ediciones posteriores tendrían que hacer algo para que el evento sea más que fiesta y caballitos, poner algo de cine negro o alguna propuesta cultural interesante", plantean. A lo que agregan: "Vemos desde el puesto que la gente pasa de largo por la zona cultural, habría que hacerla más llamativa y que recupere el esplendor que tenía antes".

También hay ciertas críticas a la actual ubicación del recinto, en los antiguos astilleros de Naval Gijón, sobre todo en lo que se refiere al polvo que se levanta del suelo. "Este año aquí se trabajó más. El primer viernes no hubo casi ajetreo, el resto de los días muchísimo. El sitio no me gusta nada, deberían asfaltarlo porque estamos pasando la bayeta cada cuarto de hora, si no la gente va a comer polvo con pulpo", afirma Narcisa Moreno, de la pulpería Jacinto.

"Sobre propuestas para mejorar la 'Semana negra', deberían asfaltar esta ubicación y quitar el polvo. Pero, sobre todo, lo importante es que el festival se mantenga y en donde sea; si es esta ubicación, que la arreglen un poco, y si es en otro sitio, también estará bien, pero que siga. Para los libreros, para la gente que lee, para Gijón, es importante que se siga celebrando", opinan desde la librería "Cuatro Letras". "Esta ubicación nos gusta, es una zona industrial, con el mar y los muelles, muy de Gijón, y muy de novela negra", añaden.

Christian Lasu, empresario francés encargado de la atracción "Extazy", una de las más mastodónticas y atrevidas del recinto de la "Semana negra", también cree que influyó la competencia de Metrópoli, aunque apunta más bien a causas económicas. "Quizás hubo algo menos de gente. Claro que la economía no está bien, y si la gente no tiene para comer, mucho menos para la diversión", expresa el feriante.

Viejos y nuevos debates en torno a la "Semana negra", que se despide un año más con la polvareda de opiniones que genera. Por un lado, hay quien piensa que las máquinas de feria cada vez son más grandes y que la fiesta va ganando en una absurda afrenta contra la literatura. Es inevitable que algunos critiquen este paseo en el que tan pronto te topas con una charla sobre la guerra de Siria como con un grupo de adolescentes bailando el último hit de Enrique Iglesias, aunque no pocos creen que la cultura no debería confrontarse con el puro ocio, sino al contrario.

Otros hablan del polvo del lugar, de su ubicación o de la coincidencia con Metrópoli. Pero lo cierto es que, pese a lluvia y contra viento y marea, la "Semana negra" continúa siendo uno de los eventos culturales más importantes del verano.