El Carmín parece suponer una especie de "baby-boom" entre la población local. Si no que se lo digan a María García, vecina de Pola de Siero. "El año pasado yo me quedé embarazada, y el año anterior mi amiga Inés. Este año esperamos que Alba nos siga la estela", relataba en los momentos previos al comienzo del pasacalle hacia el prau de la fiesta. Entre los presentes durante el inicio de la romería también se encontraba Djiop Massokna, senegalés que se dedica a la venta ambulante y tras dos años viniendo a trabajar, acudía por primera vez a disfrutar únicamente de las celebraciones. "Tengo ya sangre asturiana. Aquí me conoce todo el mundo y me tratan genial, es un placer poder estar en El Carmín. me parece muy representativo del Principado", añadió.

No faltaban algunos veteranos como Javier Llagua, que apenas puede rememorar ediciones pasadas. "Por la intensidad de la fiesta no recuerdo lo que pasó otros años", explica el joven. Más allá de los fallos transitorios de la memoria, otra de las habituales, Loreto Fernández, acudía al Carmín con los mismos pantalones por trigésimo quinta edición consecutiva. "Los compré para la comunión de mi hermana, mi madre casi me mata al verme llegar con unos vaqueros en vez de un vestido. Desde entonces llevo trayéndolos tanto aquí como al Sella. Les he hecho muchos remiendos", explicaba.