La historia de la minería asturiana se condensó ayer en dos horas en el Campoamor en una obra singular, un híbrido de documental y musical, que contó con el mismísimo José Ángel Fernández Villa, exlíder sindical del SOMA, representado por el actor que fue seleccionado gracias a un casting. La obra no dejó indiferente al público que asistió a la primera versión: hubo quienes se levantaron del asiento.

La compañía "La Xata la Rifa" calificó la obra "Ablaña Dead City, pan p' hoy y fame pa' mañana" como una pieza escénica-fílmico-musical. El eje principal fue el pasado y el presente de las cuencas mineras del Nalón y Caudal. Fue un híbrido entre lo documental, lo ficticio y la "performance" dividido en tres actos.

En el primero, Ablaña se convirtió en escenario de un "western" que simbolizaba la "decadencia postindustrial". En el segundo acto, el público tomó parte en una barricada minera animada con músicas y bailes ochenteros. El tercer acto tenía como escenario un banquete de niños en el que el "Villano Bross", un esperpéntico personaje que representaba a José Ángel Fernández Villa, repartía rifas que sacaba de un maletín.

El hilo argumental es el viaje de una joven minera que viene del futuro y recorre las Cuencas sin saber que todo lo que fue aquella zona un día no tiene nada que ver con la actualidad. Testimonios reales de mineros o de personas que vivieron muy de cerca la historia de la minería en Asturias se mezclaban con imágenes de los pozos en una proyección en blanco y negro, con regusto de nostalgia. Sin apenas diálogos, la música en directo de Pablo Undestruction, Mariajo Baudot, Dolfo Montes y de Fee Reega, quien además ejerce de protagonista, aportaron el tono de melancólico al primer acto, y constituyó uno de los elementos de la obra que más entusiasmó al público.

Sin embargo, uno de los instantes más recordados por los asistentes al salir del Campoamor fue la escena en la que sonó "Santa Bárbara Bendita" al tiempo que la bailarina se deslizaba entre una "lluvia de piedras" que hizo retumbar en el suelo del teatro.

La esperada performance callejera, que protagonizaron el actor que representaba a Villa y la directora de la obra (Mónica Cofiño) con un megáfono acompañada de un grupo de bailarines, comenzó en el interior del teatro con el "asalto" pistola en mano, al igual que una película del oeste.

Parte del público vivió esta escena con confusión a causa de la extraña composición que suponían la barricada minera y los atuendos de los asaltantes, vestidos de forajidos. "Creo que la 'performance' termina aquí", se escuchó decir a alguno de los asistentes.

Sin embargo, el colofón llegó con el discurso sindical de un exaltado José Ángel Fernández Villa, como en los mejores momentos del sindicalista. No obstante, el público, muy metido en el papel, respondió con críticas y alguna expresión malsonante. El baile posterior al discurso dio paso a la visualización de la última parte del filme que pilló por sorpresa a algunos asistentes que daban por terminado el espectáculo.

La oscuridad en la que se encontraba el Teatro Campoamor enmudeció a los asistentes. Hubo quien aprovechó para marcharse. Los promotores del espectáculo se despidieron prometiendo que habrá mas versiones de una obra peculiar que despertó opiniones dispares.