"Los pilotos deben de ser muy felices manejando estos aviones". Era la frase espontánea que le salía a una de las miles de aficionadas que ayer se dieron cita en la bahía de San Lorenzo para disfrutar de la XII edición del Festival Aéreo. La más nutrida en participación de aeronaves, aunque de nuevo hubo alguna ausencia inesperada. La frase de una de las mujeres que seguía el discurrir de los aviones iba dirigida al equipo de la Fuerza Aérea, cuando con sus Pilatus PC-7 sobrevolaban la playa. Por la novedad de su asistencia, fueron de los más jaleados.

"Todo salió estupendamente", ratificaba al final del festival el director del mismo, Carlos Manso, dando por concluida una edición en la que 34 aeronaves, la mayoría aviones militares -de los ejércitos aéreos español, suizo y belga- aunque también había equipos de servicio y de ocio, se lucieron en el cielo gijonés y ante un público que se contaba por miles y que, gracias a la marea baja, no tuvo problemas de agobio para seguir la cita.

Sobre el programa previsto, al festival gijonés faltaron ayer el A-1 Skyrider, el OV 10 Bronco y, sobre todo el modelo Airbus A-400, que por segundo año deja plantada a su afición. Desde la megafonía de la playa se comunicaba al público que el avión no había despegado finalmente de Zaragoza, por motivos de seguridad. La presencia del gran avión de carga, el mayor de cuantos se iban a ver en Gijón, queda de nuevo pendiente.

Pero lo que hubo fue mucho, variado y entregado. Destacó la asistencia, por primera vez, de la Fuerza Aérea Suiza, con el el helicóperto Superpuma y su Patrulla Aérea, que aparecieron con excelente puntualidad en el cielo de Gijón a las 12.00 horas. El Superpuma se llevó un aluvión de aplausos, compartidos con los nueve pilotos de la Patrulla, que tras su exhibición se despidieron muy agradecidos por la invitación y en español pronunciaron bien claro un: "¡Gracias España! ¡Excelente!".

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Así se ve Gijón con los ojos de la Patrulla Águila

Pero en realidad, el equipo suizo no habían sido los primeros en recibir el calor del público. Un carrusel de cinco ultraligeros y dos avionetas abrían el certamen a las 11.40 horas con la voz de fondo del comentarista andaluz Antonio Hinojosa, que ya desde el principio destacaba la participación de la patrulla Papea, que lanzo a sus paracaidistas desde 7.000 pies de altura para el despliegue de una gran bandera de España. También avanzaba que a la cita le esperaba el monumental F-18.

"Uno de los momentos más novedosos y esperados este año han sido dos cazas volando juntos", explicaba Manso al término. Aeronaves que pueden llegar a alcanzar los 250 km/h y que son "todo un pura sangre" del Ejército del Aire, tal y como indicó el comentarista, hicieron las delicias.

La actuación del acróbata campeón de España Jorge Macías, conocido en Gijón por otras intervenciones, esta vez pilotando un EXTRA 200, una aeronave alemana, era otro gran momento esperado. Por su parte, la Fundación Infante de Orleans trasladó hasta Gijón a su "querida Bücker" y su T-6 TEXAN, acercando a la actualidad "máquinas de otra época", como explicaba Hinojosa. Transcurrido medio festival -que duró casi dos horas y media, sin intervalos y a un ritmo mayor que otros años- ya eran miles las personas que tenían en su punto de mira un certamen que estuvo a la altura para muchos de los aficionados, como afirmó Ángeles Marcos: "Es la primera vez que venimos y tanto mi familia como yo hemos disfrutado muchísimo".

La Patrulla Águila puso en marcha sus hélices al final de la muestra. Rubén Pérez se puso al mando del escuadrón durante toda la exhibición, realizando junto con sus compañeros numerosas acrobacias y figuras: desde un corazón a complicados giros. "El águila 5, Francisco Marín, es el único piloto en el mundo capaz de hacer un 'looping' invertido", señaló Antonio Hinojosa. "Como siempre, nos hemos sentido como en casa. ¡Muchas gracias, Gijón!", dejaron escrito en sus redes sociales el escuadrón.