"A ver si a la gente le gusta un plato nuevo que hemos creado. Queremos sorprender".

Era el aviso que la pasada semana, ya metido en capilla de preparativos del Arcu Atlánticu, hacía el cocinero David Menéndez. Y ayer, a tenor de los comentarios de algunos comensales, su propuesta sorpendió y gustó.

El arroz de sidra no es difícil de elaborar. "Se reduce la sidra con un citrato para alterarle un poco el PH, se le incorpora una leche entera en polvo, luego le metemos el arroz previamente cocido y refrescado; con todo junto le metemos el azúcar, la canela, leche condensada y mantequilla".

También con este plato David Menéndez, natural de Gijón, criado en la parroquia rural de Fano, reivindicaba su forma de entender la cocina. Un estilo que introduce la innovación en los platos de siempre, que no renuncia a presentar en carta de lujo los ingredientes más habituales de las cocinas asturianas. Pero que tampoco pierde el paso a la hora de saber qué otras cosas pasan por el mundo y qué se cuece en las cocinas punteras.

"Nunca fui mucho de concursos, ni de premios, pero en este caso, siendo como somos trabajadores que no hemos salido de Gijón, el hecho de que te den esta distinción tienen una connotación global que me hace mucha ilusión", reconocía David Menéndez en los previos a la cita.

David Menéndez usa indistintamente el singular y el plural. Porque el suyo, como siempre repite, es un proyecto de equipo y de familia. Ha trabajado y trabaja con su madre, su hermano, su mujer... y aunque él le ponga la cara al negocio, siempre insiste que son muchos remando en la misma dirección. "Somos un equipo que lleva 12 años trabajando juntos y sólo puedo decir que es un equipo brutal", repite como un mantra.

En los inicios, tras su paso por la Escuela de Hostelería de Gijón y dispuesto como estaba a ponerse al frente -siempre con su hermano pequeño- del restaurante familiar renovado "La Tabla", David era el cocinero total. El que compraba, ideaba platos, cocinaba, amasaba y probaba vinos. Cuando el equipo se fue rodando, y demostrando que podían funcionar como el mejor reloj engrasado, el cocinero salió a la sala para ser, como ya lleva varios años siéndolo, el experto gastrónomo que buscan y siempre encuentran los clientes de La Tabla y del gastrobar de Viesques, El Medio Lleno.