Ribadesella despertó tranquilo la mañana previa al día del 81 Descenso del Sella. La población local mantenía una perfecta armonía con sus vecinos de "Ribadelona". En las terrazas unos y otros compartían charlas, cafés y como no, botellas de sidra. Ajenos a todo la frenética actividad de los visitantes, los locales mantienen su rutina diaria. "Estoy encantada con las fiestas. Es una tradición preciosa que da mucha vida al pueblo. Yo vivo aquí en pleno centro y te juro que ni me entero de la música. Creo que en general todo el mundo esta encantado", explica Clara Álvarez, nacida en Ribadesella donde ha vivido siempre.

En la mesa de una cafetería, junto a ella, un grupo de amigas y familiares, todas residentes en la localidad del Oriente de Asturias. "Los chavalinos son muy respetuosos, nunca tienen problema con nadie", puntualiza Adelina Gago. A lo que Álvarez responde. "Fíjate que yo cuando trabajaba en la pescadería habría hasta el mismo día de las piragüas. Ese día siempre están morenos que hacen venta ambulante y tengo que decir que siempre nos llevamos genial, eran muy educados".

En las horas centrales del día los establecimientos de hostelería lucen a rebosar de clientela. Los visitantes de los campings aprovechan para ir a buscar bocadillos, refrescos y dar un paseo, que se hace aún más agradable por lo soleado del día. Chorizos a la sidra, calamares, lomo al ajillo...decenas de manjares suman su aroma en la víspera del gran acontecimiento del año para los riosellanos, que por octagésimoprimer año se vuelcan con el Sella.