Una gijonesa plaza del Marqués llena de Lambrettas y Vespas al más puro estilo italiano servía para empezar la sesión más yeyé de la Semana Grande gijonesa. Todo un salón callejero de motocicletas donde se daban cita a primera hora de la mañana de ayer más de 120 aficionados para participar en una "scootercruzada" que ya alcanza su décima octava edición. Una concentración de "scooters" clásicas "de las más concurridas de toda España", como sostiene Félix Domínguez, organizador del evento y presidente del Club de Lambrettas de España.

A Gijón llegaron "scooteristas" de todas partes de Asturias pero también de Cáceres, Madrid, Guadalajara, Peñafiel, Inglaterra , Alemania... "Duros y curtidos, que no podían perderse esta cita", asegura Fernando Parada Ramos, uno los participantes, que lucía su Lambretta Serie 2 LI 150 del año 1964. Para los amantes de estas motocicletas, no hay kilómetros ni distancia que sean impedimento para venir hasta Gijón. Es el caso del viajero que se llevó "el premio por el recorrido de más lejanía. Ha venido con su novia en su Lambretta desde Alemania", cuenta el motorista español. Pero no sólo los inscritos al encuentro disfrutan de las motoso. "Siempre hay ambiente, la gente está pendiente de los horarios para venir a verlas", explica Parada sobre una cita que ha conseguido "mantener sus tasas de afluencia, inclusive con el mal tiempo de este año".

Sobre ruedas y ataviados con sus chaquetas repletas de enseñas y pegatinas, y las gafas aviador adheridas al casco, los miembros de Scooter club Madrid, RSG Scooter Club, SCT Scooter club, Scooter Club Guadalajara y el de Peñafiel, entre otros, lucieron sus motocicletas durante una hora antes de dar comienzo a la ruta por carretera, en la que fueron escoltados por la Policía Local hasta las afueras de Gijón. Tras acabar la exhibición, emprendieron su travesía por Noreña, Pola de Siero, Villaviciosa, "con parada para un refrigerio", y con destino final en el gijonés camping de Deva , para clausurar con un chapuzón final en la "pool party" la folixa del Festival Euroyeyé, que reunió según Parada entre, "unas 200 y 300 personas".

"No éramos más que dos Lambrettas y cuatro personas" cuenta Félix Domínguez sobre sus primeras reuniones en 1999, cuando iban de la plaza del Marqués a la cuesta del Cholo "a tomar unas sidras". Su aparición fue a raíz del Festival EuroYeyé cuando ya eran bastantes los que merodeaban por allí montados en sus motocicletas. "La génesis del nombre como tal surgió por el 2001, pero ya veníamos agrupándonos de antes", cuenta Domínguez. Hasta ahora, España ha sido el país que más visitantes ha atraído a la reunión, seguido de Inglaterra donde, "hay mucho más afición y culto por las `scooters´ clásicas que en Italia, de donde proceden", explica Domínguez. Italianos no se han visto muchos en esta quedada, pero "siempre hubo algún loco que se dejó rodar desde Italia en su Lambretta", recuerda.

Una cita que, desde luego, completa el festival mod de música que celebra "la pervivencia de la cultura pop y `sixtie underground´". Una propuesta de lo más singular dentro del apretado calendario veraniego lúdico-festivo gijonés, cuyo éxito Domínguez mide, "no en términos de la cantidad de gente que recibe, sino por la calidad del festival. Si lleva 23 años en pie, es desde luego porque sigue teniendo un público que se acerca en agosto hasta Gijón". En su evolución, que Domínguez considera de "muy natural" asegura, "nunca ha habido cambio en la actitud y la esencia Como tampoco apenas en su programación". Ofrece actuaciones en directo, "disc-jockey", scootercruzada, un pequeño festival de cine "sixtie" de culto, exposiciones, mercadillos de venta de ropa, y desde hace dos años la "pool party" como colofón.