El Festival de la Cerveza de Avilés abrió ayer su XXIII edición y la ciudad se sumergió en mar de espuma. Los primeros asistentes tenían un objetivo claro: disfrutar de una gran variedad de sabores en los veintiocho puestos instalados en la pista de La Exposición. También hay bocadillo a la venta para llenar el estómago. Los avilesinos estaban sedientos de un nuevo certamen cervecero en la ciudad y así lo demostraron. Es más, esas ganas se notaron desde los primeros minutos, cuando cientos de amantes de las birras se reunieron en Las Meanas para brindar. Había cervezas para todos los gustos: nacionales, internacionales y artesanas. Y espuma, mucha espuma.

"Ya era hora de que Avilés empezase a tener vida. El certamen de cada año hace que muchas personas vengan y esto se llena. Da gusto ver el centro de la ciudad a reventar", señala el avilesino Juan Reinoso mientras saborea una bebida de origen checo. Marco Antonio Rodríguez, responsable de una de las casetas y hostelero, conoce los gustos de los consumidores: "Las que más se piden son alemanas. Al parecer gusta su sabor y además suelen ganar en muchos festivales".

El día soleado y la música en directo animaban a tomar un refrigerio. Una pareja de Gijón había llegado a Avilés sin saber de la celebración del festival cervecero. "Hemos pasado por la zona y nos llamó la atención que había bastante revuelo. La sorpresa fue cuando vimos muchas carpas de comida y bebida; es genial porque nos encanta la cerveza", afirmaron Javier Benavides y Lucía Monterroso. Los amantes de la cerveza tienen una cita con Avilés desde hace 23 años. Otros se estrenan. "Es la primera vez que vengo. Hay buenas pintas de cerveza y además se puede cenar tranquilamente cuando el hambre aprieta; es fantástico", comentó Sara Ruiz, avilesina de 19 años que, según dijo, no dudará en repetir. Y entre rubias, tostadas, negras y afrutadas, los aficionados a la cerveza saben que Avilés estará sumergido en la espuma durante una semana.