La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Con aliño de cultura romana

La villa de Veranes incluye entre sus actividades unos talleres de cocina en los que participaron doce niños que afrontaron "con ilusión" el reto de hornear al estilo romano mientras aprendían sobre sus antepasados

De harina y centeno se llenó la pasada semana la Villa Romana de Veranes, cuando pequeños de entre ocho y diez años se pusieron manos a la obra y rehogaron su jornada cocinando alimentos al más puro estilo romano. "Muslum" -una bebida preparada con mosto y miel-, y "concicla de Opicio" -un plato con tres tipos de carne de cerdo-, además de pan, fueron algunos de los platos que guisaron en "Con las manos en la masa", el nombre que dio el museo al taller.

"Este es un programa educativo del Ayuntamiento, que además de hacer pasar a los niños un momento divertido también deja espacio para el didactismo", sostiene Ana Braña, una de las monitoras de esta actividad que tiene una amplia lista de espera y que hace que los seleccionados sientan "ilusión por poder cocinar el pan", como señala Pablo Campal, de 9 años. Un taller que hace que entre hornos y fogones "los niños acaben muy interesados por la cultura de entonces y encuentren incentivos para averiguar más sobre la villa romana de Veranes", explica Braña.

El museo mantiene las ruinas de lo que fuera el hogar de Veranius -o así se cree que se llamaba- que se corresponde con una construcción del siglo IV d.C. aunque, según asegura Braña, "hay partes que se edificaron en el siglo I". La zona que mejor se conserva por haber sido restaurada es la denominada "pars urbana" o lo que es lo mismo, la zona residencial donde se alojaba el señor de la casa. El centro complementa su oferta cultural con una sala audiovisual en la que se muestra un vídeo que da sentido a la Villa de Veranes, explicando el origen y la evolución de la misma. Esto es algo muy ilustrativo para los más pequeños que, durante la semana del taller, visualizan el video para condimentar con cultura su mañana de cocina.

"Todos los días preparamos algo de comida y luego, bien visitan la Villa o bien ven el vídeo antes de irse", explica Carmen Gutiérrez, otra monitora. Los chavales lo agradecen y adquieren grandes conocimientos culinarios pues, tal y como señala María Nuño, de 9 años, "lo que más disfruto es cuando cocino el pan". Todos sus compañeros están de acuerdo con María pero hay quien, como Jorge Gutiérrez, encuentra "algo difícil preparar la comida".

Por su parte, algunos de los participantes memorizan el proceso de realizar los alimentos e incluso pretenden dar rienda suelta a sus aptitudes culinarias en sus casas. Así lo afirma Alba Rodríguez, de 8 años, que pretende "llevarse la receta a casa". El ambiente en la cocina fomenta la participación de los niños pues parece que la teoría y la práctica resultan encajar como perfectos engranajes en este taller. "Los niños se empapan muy rápido de los términos romanos y terminan utilizándolos sin apenas darse cuenta", asevera con orgullo una de las monitoras.

Al final, la mejor forma de aprender es "metiendo las manos en la masa". Y si es masa de pan romano, mucho mejor.

Compartir el artículo

stats