E ra un día de sol y calor de los buenos, y además fiesta, pero muchos gijoneses dejaron la playa y la montaña para otro día, porque arrancaba Metrópoli. El festival abría sus puertas, y desde primeras horas de la tarde la afluencia era notable en el recinto de la feria de muestras y la oferta para todos los gustos: cómic, magia, videojuegos y, por supuesto, música. Este año se celebra la quinta edición de un festival ya consolidado, que empieza a afianzarse como pistoletazo de salida al maratón de conciertos y festejos del verano gijonés.

En Metrópoli, la música no sólo suena, también está presente en exposiciones, como la dedicada a Andy Warhol, o en libros como "Bitch she´s Madonna" y "Cuatro millones de golpes", que se presentaron en esta primera jornada. Cuando ya caía la tarde, el escenario "Thunder bitch" congregaba a decenas de personas que esperaban a "Alice & The Wonders". Los barceloneses fueron conquistando a los presentes a golpe de canciones, y en la recta final de su concierto ya tenían al público entregado, bailando sus temas y pidiendo más. El R&B de esta banda destila buen gusto y cuida los matices al detalle, muy en la línea de los también barceloneses "Flamingo tours". Temas propios y algunas versiones dieron forma a un repertorio de corte sureño, con sabor a un Nueva Orleans latino en la combinación de patrones swingueados con ritmos caribeños como el bolero. La voz de Alice recuerda a Imelda May, y su puesta en escena la convierte en una "frontwoman" perfecta para la banda.

Pasadas las once de la noche, llegaba el turno para uno de los cabezas de cartel de esta edición. "Mando Diao" ya demostraron su poder de convocatoria en Gijón agotando en poco tiempo las entradas del concierto que ofrecieron el pasado mes de febrero en el Albéniz, y en el ambiente se palpaba la expectación por ver en directo a los suecos. Abrieron con "Mexican Hardcore", dando muestras de un rock elegante y equilibrado en el que predomina el juego de guitarras y los colores del órgano Hammond. Un sonido generacional, con regusto nostálgico y reminiscencias de los años noventa, pero efectivo y contagioso, especialmente cuando se imponían esos patrones rítmicos marcados que irremediablemente te hacen mover la cabeza. La noche se fue torciendo a la media hora de concierto; primero la lluvia, que empezó a amenazar cuando sonaba "Good Times", y luego los parones por problemas técnicos, que enfriaron el ambiente y acabaron por desbaratar el concierto. Un diez para el público gijonés, que aguantó estoicamente frente al escenario los intervalos de silencio y ayudó a levantar el concierto a base de entrega, primero con "Watch me Now" y luego con la archiconocida "Dance With Somebody", que cerró prematuramente la actuación.