¿Sidra o vino?, ¿vino o sidra? La polémica está servida desde que los miembros de club sierense "Amigos de la Manzana" propusieron que las comisiones de fiestas cambien la tradicional entrega de una botella de vino junto con el bollu preñáu y otorguen, mejor, una botella de sidra. Y es que la sidra es por excelencia y tradición la bebida asturiana, pero no se puede olvidar que en el Principado también se hacen vinos de gran calidad, como los de la Denominación de Origen Protegida de Cangas (DOP), cuyos productores consideran que la tradición del vino y el bollu debe mantenerse.

El vicepresidente de la Asociación de Museos del Vino de España, el cangués Juaco Fernández, considera una total "falta de tacto y un desconocimiento supino" la propuesta del club sierense y asegura que no se puede "querer defenestrar el vino para potenciar la sidra". Añade Fernández que "los dos son productos asturianos con DOP que deben ser mimados y promocionados por igual por las instituciones".

¿Pero qué prefieren los consumidores, vino o sidra? LA NUEVA ESPAÑA ha salido a la calle a pulsar la opinión de los asturianos, que, por cierto, no acaban de decidirse y optan por decantarse por el vino o la sidra según la situación, la temporada o si hace frío o calor. Julia Valdés reconoce que ella es más "de vino", pero, claro, "cuando vienen mis hijos que están fuera pues entonces tomo sidra, y también la disfruto. Ellos tienen el aparatín para echarla, pero yo la dejo reposar como si fuera vino, no soy buen asturiana para eso". Su amiga María Ángeles González, ni vino ni sidra. "Yo soy de cerveza", asegura mientras se toma una cañita antes de ir a comer en una terraza del centro de Oviedo. Pero si tiene que elegir, entonces prefiere el vino.

Luis María Palacio toma sidra todos los días, da igual que sea verano que invierno, es más, asegura que es su baza para mantener una buena salud después de la jubilación. "Yo tomo sidra todos los días, no la perdono", destaca mientras el camarero le escancia un culín al sol de mediodía en la plaza del Fontán en Oviedo. Y normal, "que mi padre era de Tiñana. A mí, en realidad, me gustan más las muyeres que el vino", apostilla.

Su compañero de mesa, Pedro M. López, también es amante de la sidra, pero por otra parte dice que "se deberían promocionar más los vinos de Cangas, que tienen Denominación de Origen Protegida y que muchos asturianos desconocen. Pienso que la sidra y el vino deben tener el mismo peso en nuestra gastronomía".

Julia Valdés González está con su marido comiendo un menú del día en una terraza ovetense y lo hacen con vino, "porque para comer me gusta el vino, pero yo soy muy de sidra, me gusta mucho, sobre todo por la tarde". Además, explica con gracia que si hay algún asturiano al que no le guste la sidra "será que es un raro".

Entre la juventud la sidra tira más, sobre todo cuando se trata de ir a una fiesta de prao, aunque lo de escanciar ya queda para los expertos. Sara Muñiz siempre toma "sidra o cacharros, pero no tengo ni idea de escanciar, echo más por los pies que por el vaso". Reconoce que ha probado el vino de Cangas y que le gusta, pero de momento a ella le tira más un culín fresquín para el verano. Su colega Carmen Alonso también es sidrera en verano, pero en invierno "me gusta tomar vinos. Yo creo que se consume de todo, pienso que es una cuestión de gustos y que una cosa no tiene que estar reñida con la otra".

Asturias no se decide entre vino o sidra, pero lo que está claro es que los consumidores valoran que se consuman ambos y no tienen miedo a mezclar, porque parece que la sidra y el vino hacen un buen maridaje. Si el bollu preñáu sienta mejor con una bebida o con otra es cuestión de gustos.

Culinos en el Fontán y vino de Cangas

No se enfadan la sidra y el vino por compartir mesa; es más, hay veces que hay que aprender a beber aquellas cosas que quizá no nos llaman mucho la atención. Por eso, Luis María Palacio (a la izquierda) y su amigo Pedro M. López toman sidra y vino en buena armonía.