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Musicólogo

La fórmula "Rinocerose" no falla

Los franceses arrastran al público gijonés combinando rock y electrónica

La fórmula "Rinocerose" no falla

L a apuesta era arriesgada; tras una semana de conciertos con nombres propios que cuentan con una nutrida base de fans, la organización de "Metrópoli" se la jugó dándole una noche de viernes a "Rinocerose". No es que los franceses sean unos desconocidos, ni mucho menos, llevan más de dos décadas grabando y girando discos, pero tampoco son un grupo de masas, como quedó patente en la actuación que ofrecieron hace algo más de un año en la sala Albéniz. Sin embargo, la fórmula de "Rinocerose" pudo con todo y acabó contagiando a un público que fue llenando poco a poco la explanada frente al escenario principal. Si pocos minutos antes de empezar todo apuntaba a pinchazo, a medianoche se confirmaba el éxito, con una audiencia entregada e hipnotizada por la contundencia del sonido.

La receta de este grupo no ha sufrido muchas variaciones a lo largo de su trayectoria. Básicamente se trata de combinar el rock y la electrónica, destilando con cuidado los elementos de cada uno y conjugándolos sin prisas y con buen gusto. La percusión resulta fundamental para sustentar los temas con una base contundente con compases de dos tiempos en tempos medios. Imposible escaparse de esa estructura. Pero el peso de esta apisonadora en binario se combina con bongos, timbales y congas que dan color y variedad al conjunto. Los poderosos bajos de Patrice "Patou" Carrié ponen el suelo armónico para que las melodías de la flauta travesera y otras sintetizadas fluyan libremente aportando algo ligereza a los temas, mientras los cortantes rasgueos de Jean-Philippe Freu a la guitarra (al más puro estilo "Elastica") generan pautas de rock clásico.

El concierto fue de menos a más. Llegaron con nuevo álbum, "Angels and Demons" (2017), pero apostaron por los temas de siempre desde el principio; no en vano, la mítica "Le mobilier" sonó al poco de empezar el concierto. Empezaron en clave instrumental, y sin duda ganaron en espectáculo y conexión con el público al irrumpir en escena el cantante, que ejerció de maestro de ceremonias. El sonido fue bueno casi todo el concierto, quizás demasiado alto en varios momentos, aunque no faltaron problemas con las conexiones del bajo y de la guitarra española que obligaron incluso a parar un tema.

Lo más importante, sin duda, fue el buen sabor de boca que dejaron entre el público. Quienes los conocían pudieron disfrutar de "Rinocerose" a lo grande, y quienes nunca los habían visto se iban con la satisfacción de haber visto una propuesta que sigue resultando interesante, aunque sea menos impactante que hace dos décadas, cuando "Rinocerose" sorprendía en todos los festivales. También resulta interesante comprobar cómo su fórmula funciona tanto en salas pequeñas como en grandes escenarios, y es que en este grupo hay mucho oficio y experiencia para conectar con todo tipo de públicos. "Rinocerose" demostró que siguen siendo un valor seguro.

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