Alma Ahmed parece nerviosa. Dice que lleva esperando un año entero el regreso a Asturias. Es el segundo que llega a la región y, aunque ya sabe quiénes son sus padres de acogida, la intranquilidad de verlos le hace respirar muy profundo. Solo se muestra sosegada cuando, por fin, aparecen. Un abrazo, varios besos y muchos: "¿Qué tal ha ido el año?". No son saludos sin ton ni son. Demuestran el sentimiento de quien no ha visto a seres queridos durante diez meses. Ayer, en el Centro Cívico de Los Canapés brotaron las lágrimas, risas y caras de felicidad después de la llegada de los niños saharauis a su hogar durante dos meses. Como Ahmed, otros 139 pequeños pisaron ayer a Avilés, y otros 100 lo harán el lunes. Para ellos, serán unas "vacaciones en paz".

Tras un breve desayuno, cada hijo de las nubes -así se conoce al pueblo saharaui- fue asignado a su familia de acogida. Los más pequeños no paraban quietos en las sillas mientras duró el acto. El reparto se hizo ordenadamente por zonas: centro, Caudal, Nalón, Oviedo, Gijón y, por último, Avilés.

Este programa de acogida estival lo organiza la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui (CEAS-Sahara) junto a la Delegación Saharaui en Asturias. En Asturias, evitan el calor extremo que se vive en los campamentos de refugiados saharauis. Los niños llegan con carencias alimentarias y sanitarias: son habituales los problemas de anemia. Durante ocho semanas que están en la región se les hacen diversas revisiones médicas.

Félix Flórez, coordinador del programa "Vacaciones en paz" afirma que siempre están contentos cuando llegan los niños. "Nos encanta porque llegan muy felices y se les ve siempre con una sonrisa", destaca. La zona centro -Avilés, Oviedo y Gijón- es la que acogerá más niños. En total, unos 240, una cifra que se redujo en 17 niños respecto al año anterior.

Es el tercer año que Ana López acoge a un niño saharaui. Esta ovetense no oculta su satisfacción y felicidad por ver de nuevo a su "hijo" Mohammed Nordim. "Creo que cuando empecé esta experiencia tenía un poco de miedo; ahora soy la mujer más feliz. Cuando se va de vuelta a los campos de refugiados lloro varios días", relata la mujer. Los niños proceden de los campos de refugiados de Tinduf, al oeste de Argelia. En sus lugares natales la alimentación es escasa y las condiciones de vida no son las más óptimas.

Javier del Olmo también tendrá en su casa a una niña saharaui. Comenta que es la primera vez que lo hace y espera que "todo vaya genial". "Quise adoptar porque tenía una conocida a la que le cambió la vida uno de estos niños; yo quiero que me cambie a mí, pero prefiero cambiársela a la niña", resume del Olmo. Como ellos, muchas familias más esperan que los niños no se acuerden de los campos de refugiados al menos durante dos meses y puedan vivir unas verdaderas vacaciones en paz.