Jorge Eduardo Benavides, autor peruano influenciado por la técnica novelística de Mario Vargas Llosa, estuvo ayer en la "Semana negra" en Gijón presentando su último libro: "El asesinato de Laura Olivo". La trama cuenta el mundo que se esconde tras el mundo literario: la relación de los escritores con sus agentes, editores, y el tipo de personalidades de cada uno: "elaborar la trama es lo que más me costó. Quería contar cómo son los distintos perfiles de los escritores; el modesto, el que no tiene éxito, el que siente que el mundo ha elaborado una conjura contra él para que no triunfe, el exitoso que es mirado con suspicacia por sus padres, el que solo habla de su trabajo?", explica Benavides.

Además, tanto el protagonista, "Larrazábal", un antiguo detective negro, peruano, de origen vasco y con novia marroquí, como la asesinada "Laura Olivo", son personajes que el escritor ha reciclado de anteriores obras: "El investigador salió de un pequeño cuento policiaco que tiempo atrás escribí para un periódico peruano, 'El último caso del Colorado Larrazábal'. Lo saqué del país y lo dejé viviendo en Lavapiés, en Madrid. Así fue fácil rescatarlo". "Olivo, por su parte", continúa Benavides, "era una agente temible que aparecía en una novela anterior mía".

El escritor hace un guiño al boom literario hispanoamericano que marcó la segunda mitad del siglo XX introduciendo en su historia un destacado escritor ecuatoriano, con una pequeña particularidad: "Marcelo Chiriboga no existe, se lo inventaron para que Ecuador tuviera un representante literario", asegura.

Fritz Glockner, autor de "El libro rojo de Puebla"; Enzo Maqueira, de "Hágase usted mismo"; y William Navarrete, con "Deja que se muera España", también estuvieron en la "Semana negra" presentando sus novelas.

La del mexicano Glockner, periodista, escritor, historiador y asiduo al certamen gijonés, "rescata la tradición del siglo XIX de Manuel Payno y Raymundo Riva Palacio, que trataron de recuperar los hechos sangrientos del país a partir de la crónica periodística. Así llegamos a 'Puebla'", explica su autor.

Maqueira, novelista conocido por su obra, "Electrónica", en la que se despide de la adolescencia con una historia sobre la juventud, ha traído de vuelta sus inicios en el mundo de la novela negra para escribir su nuevo libro: "es inevitable que a los 12 años no te formen 55 novelas de suspense, policiales, y quise volver. Ahora siento que cada vez me voy metiendo más dentro. Si bien hace años coqueteo con el género negro, esta vez he querido recuperar ese paraíso de la infancia perdido", cuenta el argentino.

"Deja que se muera España" cuenta la historia de una antepasada de Navarrete: "es un ajuste de cuentas con la historia común de Cuba y España. La novela surge cuando descubro una tatarabuela que deportaron al sur de Cuba y tuvo que arrimarse a un general español para salvarse y aspirar a conmutar su pena".

Además, los autores también compartieron la realidad en la que se encuentran sus países actualmente respecto al fenómeno literario de los años 70: "El boom en Argentina dejó de existir en parte porque se buscó. Hubo una tendencia hace 30 años que decidió darle la espalda. En el 2018 vimos que las ideologías continuaron: se cayeron las torres gemelas, igual que muchos gobiernos, y, sobre todo, la revolución del feminismo ha hecho que vuelva el compromiso político y social, por lo menos en la literatura argentina, tanto hacia dentro de los libros, como fuera", explicó Enzo Maqueira.

Fritz Glockner, habló así sobre México: "El género negro se tuvo que replegar porque ya leías en la prensa cotidiana el 'rojo' del país, nadie quería leer novelas sobre lo que estaba pasando. Este repliegue ha generado que los escritores mexicanos se estén agarrando desde otra arista a esta realidad violenta y ya no es la literatura del narco, hay novelas que están contando otras historias."

En el caso del cubano Navarrete, asegura que fue "Cuba quien inventó el 'boom'": "Es la forma de canalizar y servir de trampolín a un tipo de ideología y de literatura que representaba en el imaginario europeo lo que Europa hubiera querido construir y que no construyó después de la guerra. Siempre hemos exportado las ideas pero no las hemos aceptado en casa", concluye el novelista. La "Semana negra" vivió ayer su pequeño "boom" latinoamericano.