El percusionista Chema Fombona, fallecido a finales de 2015, ha dejado un legado que, lejos de desfallecer, crece y se consolida con el paso del tiempo. Así quedó demostrado ayer en el Encuentro internacional de grupos de percusión que se celebró en los jardines del Ayuntamiento de Noreña, su villa natal, para cerrar unas jornadas en su memoria que incluyeron charlas, cursos y clases magistrales.

Entre el público, amigos, familiares, alumnos y compañeros de Fombona, y en el escenario, otro tanto. El concierto comenzó con el grupo de percusión portugués"Tocándar", que antes de recalar en los jardines del Ayuntamiento había desfilado por las calles de la villa, y continuó con "El Tambor de l'Abadía", un grupo de maestros tamboriteros creado ex profeso para el encuentro, y que interpretó la pieza "Le Train", de Dante Agosti en una adaptación de Manuel Durán coordinador del equipo. Este último tocó también una pieza con el gaitero Álvaro Álvarez.

Posteriormente, actuó un grupo de percusión clásica formado por quienes fueran alumnos de Fombona: Boniel Llaneza Carrio, Gabriel Catalán Rivera, Jorge Rodríguez Martínez y Marco Antonio Guardado del Valle. Este último habló en uno de los momentos más emotivos del concierto, antes de presentar una obra en memoria de su maestro.

Recordó que Chema, cuando les daba clase, utilizaba frases para enseñarlos a tocar el ritmo de swing. Una de ellas era "Pin echa un pitín, echa un pitín, echa un pitín". Animó al público a repetir esta frase, chascar los dedos y a continuación los cuatro percusionistas tocaron su pieza.

Finalmente, sonó un curioso grupo formado por tres fagots y una máquina de escribir. Johana Suárez González, Esther Infanzón García y Santiago Segovia Aritza con el fagot y Gabriel Catalán Rivera con la máquina de escribir interpretaron la obra "Yes una máquina", compuesta por Pablo Canalís y John Falcone. La máquina de escribir, curiosamente, era de Tino Fombona, el cantante y padre del percusionista fallecido que se encontraba entre el público.

El Memorial Chema Fombona, desarrollado por la asociación homónima presidida por Jesús Solís, se repetirá en sucesivas ediciones. De hecho, para la próxima ya se ha puesto una temática sobre la mesa: la salida laboral para los músicos, con la presencia de promotores, managers, etcétera.

Y, por supuesto, percusionistas para dar talleres y clases magistrales como ha ocurrido en la edición de este año. Solís celebró especialmente el cariño con que la mayoría de percusionistas quisieron colaborar en este primer memorial. Un ejemplo, Pier Bruera, que impartió un taller de "Improvisación y lenguaje de batería de jazz" al día siguiente de licenciarse en el País Vasco y viajar por la noche para no faltar a la cita.

El caso es que la llama del trabajo y el cariño con que compartió su música Chema Fombona siga viva por muchos años.