Alejandro Morillo llegó hace tres años y medio de la República Dominicana y, desde entonces, su carrera en torno al mundo de la sidra ha sido meteórica. El sábado conseguía el segundo puesto en el concurso de escanciadores del Festival de la Sidra de Nava por detrás de la persona que es, en buena medida, culpable de que su oficio sea la sidra -trabaja en la sidrería Los Portales de Jaminón, en Pola de Siero- y de su participación en los concursos: Salvador Ondó.
"Fue mi primer maestro. Lo conocí en Laviana, en Casa Cholo, y me dijo que entrenase con agua; a los cuatro días me dijo que estaba ya preparado y que podía empezar a trabajar, estuve seis meses con él", relata.
Fue Ondó el que le metió también el gusanillo de los concursos. No tardó en presentarse a uno de ellos, el de La Felguera, fuera del circuito del Campeonato de Asturias, donde logró un meritorio tercer puesto en su primer intento.
A partir de ahí, se apuntó ya a los concursos del circuito, en los que lleva participando dos temporadas. Hasta ahora, ha tenido muy buenas posiciones pero le falta dar el salto y ganar por fin un concurso. Este año, además de Nava, que es el más importante - "ganar en Nava es ganar la Champions"- quedó también segundo en Cabranes, El año pasado hizo plata en el concurso de Noreña y consiguió un nada desdeñable cuarto puesto en la general.
"Yo practico con los clientes". Morillo echa sidra en Los Portales como si tuviera un jurado delante, con todo lo que se le exige a un buen escanciador, y uno o dos días antes del concurso, practica aparte. "Este año llevo rotas dos probetas", asegura. Todo por alcanzar algún día la ansiada parte alta del podio.
