Una leyenda urbana, subida a titulares, ha venido concediendo a la "Semana negra" hasta un millón de visitantes por edición. Una hipérbole contable que puso en circulación Paco Ignacio Taibo II hace años. Al escritor astur-mexicano, director del mayor festival español de literatura de género entre 1988 y 2012, le gustan las frases y los números contundentes. Pero tan redonda es también la cifra de medio millón de visitantes, que es el dato aproximado (a falta del recuento de la última jornada) con que cerró ayer sus puertas en el viejo astillero de Naval Gijón, en El Natahoyo, una cita que ha vuelto a demostrar su poder de convocatoria y su sostenido tirón popular.

"Hemos tenido igual número de visitantes que el año pasado o alguno más", explicó José Luis Paraja, director del comité organizador, un poco cansado de la especie del millón de visitantes, convertida en tópico mediático. Las cifras reales son la mitad de modestas, aunque espectaculares en todo caso. ¿Qué evento cultural concita en Asturias una adhesión tan multitudinaria? Y así durante ya tres décadas.

Tanto Paraja como Ángel de la Calle, director de contenidos de la "Semana", hicieron ayer un balance positvo de una trigésimo primera edición que fue respetada por la climatologia. Tan sólo en la tarde de la clausura descargó la tormenta. La Asociación de Escritores de Asturias fue la protagonista, en la Carpa del Encuentro, de un acto de cierre coordinado por su presidenta, María Esther García López. Poemas y música; la tarde era propicia.

"Creo que hemos tenido una asistencia algo superior a la del año pasado, con picos muy altos", señaló De la Calle, muy contento, además con el seguimiento de un amplio programa en el que participaron de una u otra manera casi doscientos autores. "Los ciento setenta y cinco mil euros de subvención del Ayuntamiento (de Gijón) permiten a cada gijonés y cada turista una entrada para la 'Semana', señaló.

Tanto De la Calle como Paraja coincidieron en que habrá trigésima segunda edición. Y que el festival volverá, salvo sorpresa, a lo que fueron gradas y dársenas del clausurado astillero de Naval Gijón. Al guien debería ir buscando una alternativa. El futuro de esos terrenos es otro: parque empresarial. "Hemos cumplido nuestro plan de viabilidad, esperamos que el Ayuntamiento cumpla también", manifestó el director de contenidos, en referencia al proyecto económico y el acuerdo con los proveedores para poner al día las cuentas de la "Semana".

De la Calle hizo referencia también a los sucesos que, ligados al recinto ferial, pueden afectar a la imagen de un festival que entrevera cultura con diversión popular (atracciones, bares, mercadillos...). "Nosotros estamos al lado de las fuerzas del orden y los contratos que hacemos son legales; quienes delinquen, pagan". Las incautaciones efectuadas por la Guardia Nacional y la Policía Nacional no eran parte de una "performance" preparada.

"Seguimos vivos y caminado", afirmó Paraja, antes de dar las gracias a los patrocinadores y al público que viene respaldando, año tras año, la "Semana". "En esta edición hemos recuperado la tercera carpa, que se había llevado la crisis; el año que viene nos veremos en este mismo recinto", añadió. El festival conserva su potencia en el calendario veraniego pese a que le han salido competidores que ocupan algunas de sus fechas: Metrópoli, también en Gijón, y el "Celsius" avilesino, una escisión de la propia "Semana". Son cosas que se entienden difícilmente en una comunidad de un millón de habitantes, con propuestas para desarollar la figura de área metropolitana.

La oferta literaria de la "Semana" ha estado a la altura: de Manuel Vilas o Marta Sanz (dos de los mejores escritores españes del momento), a referentes de la novela negra española y europea, como Alicia Giménez Bartlett, Lorenzo Silva o Bernard Minier. Y estuvo también Simon Scarrow, superventas de la novela histórica. Y el casi gijonés Nacho Carretero, con su "Fariña". La dirección del festival ha mirado también a autores que son un fenómeno entre los lectores más jóvenes, caso de Blue Jeans. Un festival que quiere mirar a los más de 550 millones de hablantes del español en todo el mundo.