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El poeta cuyo techo era la calle

un indigente cordobés de 62 años afincado en gijón publica un libro de poemas con la ayuda de trabajadores sociales del colectivo Mar de niebla

Pedro Serrano, con el libro que presentó en la "Semana negra" y sus amigas Andrea e Irma Vega y Lara Pedrosa. J. PLAZA

Pedro Serrano es un cordobés de 62 años al que cierta atadura telúrica le vincula a Asturias. Enamorado desde niño de la poesía, recita poemas propios para aquellos que se acercan a escucharlo. Siempre con una sonrisa en la boca. "Nadie le quita jamás la alegría", asegura la trabajadora social Irma Benito.

Hace ya varios años, Irma y Andrea Vega, empleadas de Mar de Niebla, y voluntarias del programa Eslabón, se toparon casualmente con Pedro, sentado en las escaleras de un banco de la calle Pablo Iglesias. Era un hombre desarraigado que llevaba nueve años viviendo en la calle, sin un techo bajo el que cobijarse, "acostumbrado a acabar en ese rincón como si fuera una rutina", según explica él mismo. Estas dos mujeres descubrieron al acercarse que bajo la fachada de un indigente afable se ocultaba una mente privilegiada, con cientos de poemas grabados a fuego en su memoria. Irma recuerda aquella época: "Desde principios de 2015 pasábamos ratos con Pedro, tal y cómo hacemos con otras personas. Nos sentábamos con él, charlábamos y le informábamos de las ayudas y convocatorias que iban saliendo". Pedro no pierde un segundo para añadir que "la mejor ayuda es que te escuchen. Mucha gente no se puede imaginar que charlar tiene un valor mucho más apreciable. Que te escuchen y entiendan tu problema".

Un día, tanto Irma como Andrea llegaron a una conclusión que les hizo reflexionar sobre su trabajo: "Nosotras pensábamos que estábamos ofreciéndole ayudas en función de sus necesidades, pero sus necesidades eran otras". Lo que Pedro quería, y más que nada en el mundo, era publicar su libro de poemas.

Lara Pedrosa trabaja en el Centro de Día del Albergue Covadonga: "Pedro venía a vernos para asearse prácticamente desde que abrimos el albergue. Y yo, que trabajaba en aquel momento en la lavandería, con él hacía mucho trabajo de escucha. Creo que desde el primer día me dijo que escribía poesía". Por miedo a que los poemas, que guardaba en una libreta se perdieran, se mojasen o los robasen, Lara ofreció a Pedro pasarle toda su obra a ordenador. "Y la tristeza que sintió Pedro cuando pasó lo que esperábamos fue tremenda", cuenta Lara. Antes de que las chicas pudieran digitalizar su trabajo, le fueron robadas dos libretas. "Su memoria es increíble, volvió a reescribir todos y cada uno de los poemas ". Pedro recuerda que Lara le obligaba a traerle todos sus poemas para transcribirlos, bajo la inofensiva amenaza de que, si no lo hacía, dejaría de hablarle para siempre.

Lara se pasó cinco años con los poemas metidos en un cajón, sin saber cómo tramitar la edición de una lista de poemas que crecía cada día: "La producción de Pedro es brutal. Para mí, que apareciesen Irma y Andrea con una solución a nuestro problema fue una alegría".

Cuentan Irma y Andrea que "todos los compañeros de Mar de Niebla que conocen a Pedro se enamoran de él". Cuando volvían de hacer su trabajo en la calle, las dos eran incapaces de dejar de hablar de él y de su capacidad literaria. Se preguntaban cómo podían ayudar a Pedro a cumplir su sueño. "Nosotras éramos incapaces de sacar tiempo para hacer esto solas, el día a día nos va comiendo", se lamentan. Jonathan Varela Gil, un compañero de Mar de Niebla, escuchó sus plegarias e hizo realidad sus deseos. "Se arremangó y empezó a picar puertas. En tres meses estaba todo listo".

El plazo que se pusieron en Mar de Niebla para la publicación fue la "Semana negra": "Decidimos que en esta fecha haríamos una avanzadilla de la campaña de sensibilización de este año, 'Arte de Calle'". Al igual que Pedro, hay muchas personas que tienen talento en la calle; escritura, talla de madera... La campaña girará en torno a estas personas. La editorial Másquelibros, de Málaga, no necesitó más que un email para ofrecerse a publicar desinteresadamente una tirada de 200 ejemplares del libro de Pedro. Todo se agilizó, y el domingo 8 de julio llegó el gran día.

Cuenta Irma que Pedro temía que no acudiese nadie a la presentación, o que lloviese a raudales. Pero no fue así. "La carpa estaba llena, todo el mundo estaba emocionado, no se movían mientras le escuchaban hablar y la cola para firmar libros fue tan larga que nos tuvieron que terminar echando", señala Irma. Pedro cuenta que, sorprendentemente, todo salió a pedir de boca: "Pensé que ese momento no me lo quitaría nadie". Sus amigas rememoran aquella frase que él no dejaba de repetir en los momentos previos a la firma: "Somos los mejores, pero los demás no lo saben, tenemos que demostrarlo".

Cuando Pedro llegó a Mar de Niebla, enseñó a los trabajadores de esta organización altruista a creer en su sueño, en el valor de su poesía. Le escucharon recitar sus poemas cada semana durante tres años y se volcaron para hacer realidad la única ilusión de alguien que no tenía ya nada más a lo que aferrarse. Pedro indica en los agradecimientos de su libro que "los sueños, sueños son, pero hay que soñar para poder vivirlos". Mas existe un pequeño apunte: "Hay que soñar cosas que sean posibles. Mi sueño ahora mismo es disfrutar de todo lo que he conseguido, descansar después de este esfuerzo, el mío y el de todos los que han ayudado. Podríamos publicar tres o cuatro libros más, material hay. Y desde luego, seguiré creando".

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