El teatro Jovellanos presentó anoche la obra "Cinco horas con Mario", de Miguel Delibes, representada por Lola Herrera. Lleno total y para hoy ya no hay entradas. En una simple escenografía, cuyo elemento principal es el ataúd donde descansa el cadáver de Mario, su esposa, Carmen Sotillo, descarga las amarguras, reproches, y confesiones de lo que fue su matrimonio.

En realidad es un retrato psicológico, un retrato de las mujeres de esa época, alrededor de la década de los sesenta del pasado siglo. Carmen es una mujer insatisfecha, poco instruida, que no alcanza a su marido catedrático. Es también un poco racista, "los hombres negros son igual que los blancos, pero los negros con los negros y los blancos con los blancos", pero esta alumbrada por un gran sentido común, es aguda, lista y práctica. Y desde luego, tambien tiene sus secretos.

Lola Herrera parace hecha para ese papel. Está insuperable, magnífica, creo que se identifica tanto con Carmen que es ella misma. Es simpática; el público a lo largo de la función ríe sus apuntes de humor. Pero al final se desmorona en una confesión que nadie prevé. Jura y jura ante el cuerpo inerte de Mario que no sucumbió a la pasión que la perseguía, pero en su mismo arrebato, nadie la cree. Y cae el telón.

El estallido de aplausos fue monumental, el Jovellanos ardía de entusiasmo. Lola Herrera de la mano de Carmen Sotillohabía firmado una memorable actuación.