Lo dijo la Velasco al final, cuando los aplausos. Dijo que le había encargado a su hijo Manuel que le escribiera algo para su despedida. Y el hijo obedeció. Le salió "El funeral", que se reestrenó el viernes pasado en el Palacio Valdés, en Avilés, que se vio anoche en el Campoamor y que repite en el mismo escenario esta noche. En el Jovellanos, en Gijón, parece ser, lo han dejado para el año que viene.

Pero vamos al meollo: "el encargo"; "la despedida". Visto lo visto, queremos que la Velasco nos engañe muchas veces, como José Tomás, y que esta de "El funeral" sea su primera despedida, que ahonde más en la dramaturgia universal, que fijo que encuentra el texto que anda buscando, que el de "El funeral" no lo es, que no lo digo yo, que el público salía del Palacio Valdés el viernes pasado con cierto y remarcable desconsuelo, que vaya, que Concha tal, que Concha cual, pero que no, que el texto ni tal, ni cual. Y es que es un rollo.

Manuel M. Velasco tiene algo fundamental en su currículo -lo documenta él mismo en el programa de mano de "El funeral"-: es hijo de doña Concha Velasco. Y dice así: "Doña Concha Velasco". Y no le falta razón. Pocas son las actrices a las que le sienta tan bien el título de "doña". Tan "doña" que todos los directores del país la querían encabezando sus repartos. Últimamente, fíjense: Ángel Fernández Montesinos, José Carlos Plaza, Gerardo Vera, José María Pou... Y los autores, vaya autores: Eduardo di Filippo, Eurípides pasado por las manos de Juan Mayorga, Ernesto Caballero, Romain Garay? Y, ahora, Manuel M. Velasco. Uff.

"El funeral" es una astracanada, es decir, una parodia sin camuflaje. Una astracanada es "La venganza de Don Mendo", pero también lo es "Spanish Movie". O sea, que el género elegido no dota de calidad al producto que sale con esa etiqueta (es algo evidente). Manuel M. Velasco, lo confesó en este periódico el otro día, prefiere las "Aterriza como puedas" a "Con faldas y a lo loco". Dejando aparte el motivo de sus elecciones estéticas, ahondemos en qué hay de "Aterriza como puedas" en "El funeral". No está el señor que dice "elegí un mal momento para dejar de fumar", tampoco está el plasta que logra que todos los que sientan a su lado se suiciden de la manera más inusitada? Velasco (el hijo) lo único que busca es la risa y sólo la risa. Y ese objetivo mola (lo ambicionó Mel Brooks, otro de los referentes de Velasco hijo): uno no puede renunciar a la felicidad, aunque sea por un rato. Pero no vale todo.

A mi vera había una pareja dispuesta a entregarse a la comedia. Se rieron mucho con los chistes idiotas del principio (la niña mona y, a la vez, medio lela? otra vez), pero es cansado mantener cierto nivel de tensión durante hora y pico larga. La Velasco (la actriz) vuelve de entre los muertos y se monta un pollo, un pollo raro, todo hay que decirlo, que no me imagino yo a mi abuela volviendo de entre los muertos y dejando al personal tan pichi, pero, vale, que son cosas de la parodia. Manuel M. Velasco sigue su texto a base de sumar chistes manidos (hay que venir tosidos de casa una vez y otra?) y recreaciones de la parte contratante (cuál es la wifi del teatro)? Y, luego, claro, metarreferencias (Conchita Velasco en la voz de Concha Velasco que hace de Lucrecia Conti) y las referencias a la actualidad más candente (Andreu Buenafuente -¡ay!-; Chelo García Cortés, los programas de la tele vistos desde el punto de vista difunto?) ¡Ay! otra vez. Que yo, lo prometo, cuando voy al teatro voy dispuesto a reírme, a llorar, a pensar? que soy un espectador superfácil, pero cosas mejores a "El funeral" las he visto en bares oscuros y perdidos. Queremos, insisto, que la Velasco se retire más veces, que la de ahora sea una más, que ella se lo merece.

Y luego está la dirección: Concha Velasco por un lado y, por otro, Jorge Sanz. Y Manuel M. Velasco sobrepasado. Sanz, de nuevas, sustituyendo a Antonio Resines (póngalos a los dos juntos y piensen que aquel es el "cover" de este). Chistes sobre lo mal que pronuncia en inglés (porque lo hace a la española), sobre lo ladino que es como representante? Vale, la obra, al menos, sirvió para conocer a Clara Alvarado. Y eso está bien. Que siempre hay que ser positivos.