"Jamás se me había pasado por la cabeza que yo sería el novio alguna vez", explica Joao Pedro Da Silva, portugués, que junto a la que ya es su esposa Ana Belén Ardura, ha protagonizado ayer el casorio de la Vaqueirada en su 60 edición. "La verdad no sé cómo llega un portugués a casarse aquí", comentaba entre risas.

Joao Pedro Da Silva no es el primer extranjero que se casa por el rito vaqueiro, una ceremonia en la que al menos uno de los miembros de la pareja extranjera tiene que ser vaqueiro. "Hemos tenido un novio ecuatoriano y otro norteamericano, que además participaba en un concurso en una televisión americana sobre bodas originales. Quedaron segundos, no sé cómo sería la de los primeros", explica Paulino Lorences, maestro de ceremonias de la Vaqueirada.

La Vaqueirada celebraba su casorio número 60 en el alto de Aristébano, entre los concejos de Tineo y Valdés, para, en palabras de Paulino Lorences, "poder gritar y decir orgullosos que somos vaqueiros". Miles de personas animadas por el buen tiempo de acercaron a la braña y a la capilla dedicada a la Divina Pastora para celebrar una de las fiestas más importantes para el pueblo vaqueiro, reviviendo sus tradiciones.

Una boda real, aunque hay quienes no lo saben, que añade las costumbres vaqueiras a la ceremonia católica. "El rito es igual, aquí lo peculiar es la procesión, la vestimenta tradicional, el ajuar, los cánticos y que se hace en la braña. Pero tiene las mismas lecturas y oraciones que una boda normal", explica Alejandro Fuentevilla, párroco encargado del casorio desde hace cuatro años. Como explica el maestro de ceremonias Paulino Lorences, "lo llamativo es que los cánticos, muchas veces pícaros, interrumpen al párroco".

Emoción y alegría en una boda muy esperada por la novia, que reconoce no estaba nada nerviosa. "Siempre tuve el sueño de que si me casaba algún día lo haría aquí de esta manera", explica Ana Belén Ardura, de Trevías, que quiso homenajear a sus antepasados vaqueiros con la ceremonia. "Representa el orgullo que siento de mis raíces", comentaba.

"Los abogados especializados en separaciones están muy enfadados con nosotros porque no les damos trabajo", contaba José Luis Rodríguez Bueno, secretario del Consejo Rector de la Vaqueirada. El casorio para algunos se ha convertido en una garantía de una unión solida entre los novios, "solo tenemos constancia de una separación vaqueira desde que se celebra el casorio aquí", explica el secretario de Consejo Vaqueiro.

"Un homenaje para los auténticos vaqueiros", comentaba un familiar de Faustino Entremonzaga y Pilar Feito, premiados este año con el titulo de Vaqueiros Mayores. Esta pareja vecina de la zona, desde antes de que se empezase a celebrar la Vaqueirada, lleva casi 75 años unida y se han convertido en un ejemplo para el pueblo vaqueiro que el consejo ha premiado ayer. "Ser vaqueiro representa algo grande, algo bonito", comentaba emocionada Pilar Feito.

La Vaqueirada no solo celebra el casorio, también premia a los asturianos que ayudan a dar voz al pueblo vaqueiro, con el título de Vaqueiros de Honor. "Los vaqueiros de honor destacan sobre todo en el mundo de las letras y las ciencias y al recibir el título se convierten automáticamente en embajadores de la Vaqueirada. Los seis premiados de este año dan a conocer la Vaqueirada con su presencia. Es un honor para nosotros y para ellos", explica José Luis Rodríguez.

Este año recibieron el titulo Belarmino Feito, presidente de la Federación Asturiana de Empresarios; Rosa Menéndez, presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas; Irene Cano, directora de Facebook en España y Portugal; Sergio Gutiérrez, guionista y director de cine; Adriano Berdasco, presidente de la Federación Asturiana de Turismo Rural, y Lucas Santiago, orfebre tinetense.