"El verano lo pasaba en Infiesto. Era bohemio, deportista y tenía pasta. Participó en las olimpiadas, no me acuerdo en que año. Un día le dio por bajar enfilao el Piloña con unos colegas. Fueron de Infiesto a Sevares. Un par de años después empezaron a hacerlo en el Sella". Nadie como un amigo para contar tus obras y milagros, nadie como Luis Millares para contar la historia del fundador de una de las grandes fiestas de la asturianía, Dionisio de la Huerta. Los guiños a su figura fueron constantes en el 82 cumpleaños de la prueba. Desde cabezudos con su figura, reiteradas palabras de homenaje hacia él y refuerzo de algunas de las costumbres que caracterizaron el origen del evento.

Estaba encapotado, y al alba apenas se percibía la presencia de trasnochadores por las calles de Arriondas. Los habituales cubatas que solían constituir el desayuno antirresaca de este colectivo, mutaron ayer en pinchos de pollo y cafés. Ya bien temprano los selleros se afanaban en ensalzar la conexión entre dos valores que el bueno de Dionisio supo ver en sus orígenes, la internacionalidad y la asturianía. "Vengo de Puerto Rico todos los años a Arriondas durante tres meses. Soy escritora y todos mis libros han surgido de la inspiración que me da el Sella. Los ríos, y en particular éste, suponen una corriente cultural que une pueblos y comarcas. No hay nada más estimulante", predica Tina Casanova. Riosellanos y parragueses se aplicaban el cuento, bailando al ritmo de las primeras gaitas y tambores.

Antes del desfile, la atención se desviaba hacia un grupo de jóvenes vestidos con ropa de mujer. Lo que parecía una exhibición de ordinariez no era tal, sino otra de las tradiciones recuperadas en homenaje al fundador. "Somos de una peña de Ribadesella. En los años 60 los que competían en el K-2 llevaban madrinas a la salida. Ahora lo hemos actualizado, nosotros llevamos piragüistas femeninas a la competición y vamos vestidos de madrinos", cuenta Iván Casanueva, portador de un interesante modelito con detalles de encaje.

El pasacalles arrancó puntual, entre las gaitas y los tambores se escuchaba "palos de escoba y mahous, cinco cuarenta". Los primeros servían como mástil para las banderas de Asturias. Las segundas para refrescar el gaznate ante el calor que comenzaba a apretar. Protagonistas los tritones, que homenajeaban al dios Dionisio (el del vino en la cultura griega, y el dios De la Huerta del Sella) a base de calimocho mientras coreaban "en Ribadesella hay mucha vieya, pero Infiesto va primero". Una actuación dionisiaca en su doble acepción de homenaje al fundador de la fiesta y a lo "orgiástico" que a la palabra le atribuye el diccionario. Los cabezudos que sacaron a pasear un monigote del fundador no se quedaron atrás. También se vieron divas del pop.

Alejado del jolgorio, en la parte trasera de la parrilla de salida, a la orilla del río Sella, descansaba Juan Feliz. El primer ganador parragués de la historia del Descenso celebró los 50 años de la hazaña paleando junto a su compañero de entonces, José Luis Gutiérrez, alias "Pepón el barquero". "Nacimos uno a cada orilla del río. De niños nos llamaba la atención el desfile por el oso que mata al Rey Favila. Luego nos empezó a sorprender la potencia física de los piragüistas y comenzamos a querer ser como ellos. Finalmente conseguimos participar y soñamos con ganar hasta que se logró. Es todo para nosotros", proclama feliz Feliz.

Como él unos cuantos años atrás, muchos niños de apenas un año acompañaban a sus familias, primero en las aceras contemplando el desfile y luego en el puente, donde llegó el punto álgido de la celebración en Arriondas.

Hubo dos versiones del "Asturias, patria querida" esta vez. La primera a cargo del australiano Oskar Proy, juvenil y popera. La otra fue como mandan los cánones, interpretada por la cantante de tonada originaria de la villa Ana Eva Casielles. Intensidad excesiva como para soportar las lágrimas de emoción. Así le sucedió a una de las jóvenes que escucharon las letras dentro del río.

Lo visto, ya no extraña, pues como reza el himno de las piraguas, recitado esta vez por la plurivencedora de la prueba Mara Santos, "no hay fiesta más alegre / ni más movida y galana / ni con más bello paisaje / ni esencia más asturiana". Así fue una vez más, y tras recordarlo resonando en todo el valle, arrancó la prueba deportiva, a carreras y paladas.

En la meta, bajo el puente de la otra villa hermana, la gloria se alió con los asturianos. Levantaron los brazos Emilio Llamedo y Pedro Vázquez. Ondeó la bandera asturiana, se sirvieron culinos de sidra y, entre el regocijo generalizado, culminó de la mejor manera el homenaje a Dionisio, al que a buen seguro le habría dejado buen sabor de boca. Así, un año más, terminó la fiesta de las Piraguas.